Ostende celebrará en 2024 el año James Ensor

Pablo-Ignacio de Dalmases

Ensor en la playa de Ostende

 

Asomada al mar del Norte y enclavada en la provincia de Flandes Occidental, la ciudad de Ostende cae un poco a trasmano de las grandes ciudades belgas y hay que llegar a ella normalmente por ferrocarril (o por medios propios) aunque cuenta en sus alrededores con un aeropuerto y quien escribe estas líneas accedió en su primera visita a dicha ciudad precisamente por vía aérea. Esta situación algo excéntrica no le ha ahorrado sinsabores históricos, puesto que a principios del siglo XVII padeció un largo asedio de los tercios españoles durante la guerra de los ochenta años, pero también ha acabado favoreciendo un protagonismo singular porque el amplio litoral de dunas y playas que la resigue hizo posible que se convirtiese a mediados del siglo pasado en codiciado establecimiento balneario visitado por los vecinos ingleses, al punto de ser calificada como la más británica de las ciudades belgas. Pero quien acabó consagrando esta condición fue el rey Leopoldo II, uno de los monarcas contemporáneos más controvertido por su protagonismo en la inhumana explotación del Congo que algunos llegaron a calificar de genocidio. Como todo ser humano, tuvo también sus aspectos positivos y así fue considerado un gran constructor de obra pública y también un generoso mecenas a causa de la conocida como “Donación real” cuando, con ocasión de su sexagésimo cumpleaños, cedió al Estado belga gran parte de sus propiedades privadas. Entre otras, la antigua villa real de Ostende en la que pasó muchos de sus períodos vacacionales, y el hipódromo de la ciudad, que se construyó en 1883 según los planos de estilo de la Belle Époque del arquitecto Antoine Dujardin. Claro que ahora las cosas han cambiado y los monarcas más recientes han manifestado otras preferencias. El rey Balduino prefería pasar el verano con la reina Fabiola en la costa del Sol española, mientras que los actuales monarcas Felipe y Matilde suelen hacerlo en el castillo de Ciergnon, en Namur. 

 

Muy posiblemente con el deseo de aprovechar el inicio de esta época de esplendor turístico “avant la lettre”, uno de los ingleses que recaló en Ostende a mediados del siglo XIX fue James Frederic Ensor, quien montó un comercio de recuerdos y curiosidades y se dedicó asimismo al alquiler de habitaciones a los veraneantes. Allí nació su hijo, James Sidney Ensor, el 13 de abril de 1860, quien, como su padre, conservó su nacionalidad británica… hasta 1929, cuando el rey Alberto I no solo le concedió por fin la belga, sin que le ennobleció otorgándole el título de barón. Un más que merecido reconocimiento a quien ha sido considerado con Magritte uno de los pintores de Bélgica más sobresalientes de la contemporaneidad a tenor del criterio de numerosos críticos segñun los cuales rompió con las antiguas tradiciones pictóricas europeas. No es extraño que su obra se incorporase rápidamente a diversos museos del continente (Frankfurt, Munich, Colonia, Dresde, Hannover, Karlsruhe en Alemania, Viena en Austria, así como más tarde al museo de Arte Moderno de Nueva York y al de Orsay en Paris. Pero afortunadamente la mayor parte ha permanecido en Bélgica, tanto en museos públicos, como los de Bellas Artes de Ostende, Gante y Bruselas, así como en colecciones privadas. Fallecido el 19 de noviembre de 1949, Flandes celebrará a lo largo de 2024 el septuagésimo quinto aniversario de su desaparición, conmemoración que lógicamente adquirirá particular protagonismo en Ostende.

 

Recordemos la peripecia vital de este fascinante personaje que recibió siendo un adolescente sus primeras lecciones de dibujo de Edouard Dubar y Michel Van Cuyck. En 1876 se matriculó en la Academia local de Bellas Artes y pintó muchos estudios de la ciudad, así como sus famosos cartones rosados o cartones rosas y entre 1877 y 1880 cursó la carrera en la Academia Real de Bellas Artes de Bruselas, pero no llegó a graduarse y abandonó la educación académica para regresar a Ostende donde se estableció definitivamente. 

 

Luego, en la década de los ochenta, se relacionó con diversos círculos artísticos y realizó exposiciones en la capital belga (entre ellas, en 1889, la primera con máscaras) mientras que en los noventa le comprarán muchos grabados la Biblioteca Real de la capital belga, la Kupferstichkabinett de Dresde y la Albertina de Viena. En 1894 contribuyó a la fundación del Círculo de Bellas Artes de Ostende, del que fue elegido vicepresidente y a finales de esta década ampliará su espectro creativo como escritor colaborando con asiduidad en Le Cirq Rouge y La Ligue artistique. Y aunque no consiguió que el ministro del Interior adquiriera “Le lampiste” en 1895, en 1897 el ayuntamiento de su ciudad le compró “El payaso enfermo” por 2.000 francos y en 1901 el Museo Ensor se hizo con toda su producción gráfica, desgraciadamente destruida durante la segunda guerra mundial.

 

La modernidad de su obra no estuvo exenta de polémica. La hubo con ocasión de su obra más famosa, “Entrada de Cristo en Bruselas”, de 1889, considerada precursora del expresionismo, que fue rechazada por “Los XX” y tuvo que permanecer recluida en su estudio hasta 1929 en que, por fin, pudo exhibirse públicamente y solo dos años antes de su muerte llegó al Museo Real de Bellas Artes de Amberes (después sufrió una asendereada peripecia que incluyó su robo por los nazis para acabar hoy en el Museo Getty de Los Ángeles) Otra polémicafue la suscitada en 1908 sobre la posible venta al museo de Lieja de su cuadro “Comedora de ostras”, que al final no se llevó a cabo, pero que sirvió para reafirmar su reputación.

 

Hombre de numerosas habilidades, en 1906 le regalaron un armonio y aprendió a tocarlo, improvisando con tal intuición que fue capaz de escribir el libreto y la música de un ballet titulado “La escala del amor” para el que también diseñó vestuario y decorados. En 1921 se publicó una edición de sus escritos y a lo largo de su vida realizó una importante labor publicística contra las construcciones en las dunas, la arquitectura moderna y la vivisección. Ensor residió en el domicilio paterno hasta que heredó la casa de su tío en calle Vlaanderen y en 1930 el ayuntamiento decidió colocar un busto suyo de bronce realizado por Edmond de Variola. 

 

Ostende celebrará a lo largo de 2024 diversas manifestaciones conmemorativas del 75 aniversario de su muerte: un exposición en el museo de Bellas Artes Mu.Zee, la rehabilitación de su vivienda entre 1917 y el año de su fallecimiento convertida en casa-museo, la celebración de otras manifestaciones culturales y el diseño de un itinerario por esta urbe que tan bien conoció y que tan fidedignamente reflejó en su obra. Todo ello constituirá una excelente razón para conocer la capital de Flandes Occidental que ostenta desde mediados del siglo XIX la condición de principal balneario estival de Bélgica y uno de los más prestigiosos de Europa. 

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