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El año pasado, la aerolínea KLM utilizó por primera vez combustible fabricado con hidrógeno renovable y CO2 en uno de sus vuelos. Y es que los combustibles sintéticos serán, sin duda, de gran ayuda para afrontar los retos de la transición energética, posicionándose como una de las llaves del éxito de la movilidad del futuro junto a otras propuestas como los biocombustibles avanzados, la recarga eléctrica o el hidrógeno renovable.
En los últimos años, el cambio climático está cambiando nuestra idea de cómo se debe cuidar el mundo para que las próximas generaciones tengan un planeta mucho mejor que el de ahora. Y eso también está influyendo en materia de movilidad y que pueda permitir desplazarnos de un lado a otro de una manera mucho más sostenible y beneficiosa para el medio ambiente. Cuando se piensa en la solución a la movilidad irrespetuosa con el planeta, es inevitable pensar en el coche eléctrico ya que es el primera alternativa para aquellos que se mueven en un utilitario a menudo. El principal inconveniente es que requiere un desembolso importante y el hándicap de la autonomía.
Es por eso que otras fórmulas han cobrado fuerzas para una movilidad baja en emisiones y que sea capaz de superar las barreras de la electrificación. Una opción es la conocida como los combustibles sintéticos, una solución que podría complementar para poder descarbonizar el transporte y también sería una opción para alargar la vida útil del vehículo. Los conocidos como e-fuels son es un carburante líquido, similar al que conocemos en la actualidad. La gran diferencia es que no procede de fuentes de energía fósiles.
Se obtiene de un proceso químico a partir del hidrógeno y la energía que se utiliza para su fabricación es renovable. De esta forma, se trata de un combustible 100% limpio. Los combustibles sintéticos nacen como una alternativa real a los problemas de limitación en la autonomía de las baterías actuales dada su mayor densidad energética. Si se encuentra un proceso de manufactura que permita desarrollar dichos combustibles sintéticos sin elevados costes, los motores de combustión podrían volverse totalmente neutrales en sus emisiones de carbono.
Miguel Ángel García Carreño, gerente de Desarrollo de Procesos de Repsol Technology Lab indica que "su composición química es muy parecida a la de los combustibles convencionales, así que son totalmente compatibles con los vehículos actuales con motores de combustión, lo que evita tener que cambiar el parque de vehículos en circulación y aprovechar la amplia red de infraestructuras de distribución y repostaje ya existente", señala Miguel Ángel García Carreño, gerente de Desarrollo de Procesos de Repsol Technology Lab.
Uno de los aportes más interesantes de estos nuevos carburantes es que consiguen transformar el CO2 en un aliado para descarbonizar la movilidad. En concreto, los e-fuels se sirven de CO2 retirado de la atmósfera e hidrógeno renovable obtenido de moléculas de agua mediante un proceso de electrólisis como únicas materias primas. "Se producen a partir de CO2 que podemos retirar de la atmósfera y de hidrógeno que podemos fabricar a partir de electricidad de origen renovable. Como tal, no tienen un techo de producción. Podríamos fabricar tanto como necesitáramos", afirma García Carreño.
Actualmente ya están en marcha algunos proyectos piloto para comercializar diésel sintético, gasolina y gas natural en Noruega y Alemania. Desde Bosch han querido dejar claro que “esfuerzos considerables serán necesarios antes de que los combustibles sintéticos se establezcan totalmente”. La realidad es que crear las instalaciones de procesamiento de combustibles sintéticos supone un gran desembolso.
Aún así, actualmente no es viable producir e-Fuel a gran escala ya que es ineficiente. Ahora mismo, no se aprovecha la mitad de la energía eléctrica que se invierte. Es más, se necesita energía totalmente renovable ya sea (hidroeléctrica, energía solar, eólica o nuclear) y eso no es viable ya que no a todos los países les sale rentable realizar la inversión.
Lo cierto es que existen discrepancias a la hora de adjuciar un coste al usuario en el caso de utilizar combustibles sintéticos. Algunos estudios sugieren que las tarifas podrían oscilar entre 1,0 y 1,4 euros por litro en el largo plazo. Sin embargo, el International Council on Clean Transportation (ICCT) señala que, con una demanda significativa, para 2030 el coste de fabricación sería de entre 3 y 4 euros el litro.
Bosch calcula que hasta los 160.000 kilómetros aproximadamente tener en propiedad un vehículo híbrido de gasolina sintética puede salir más barato que tener un eléctrico. Siempre en función del tipo de energía renovable que se utilice. Además, la conversión de un coche para poder utilizar estos combustibles es sencilla.
En definitiva, es un proyecto ambicioso que se suma a una larga lista de iniciativas privadas desarrolladas en torno a los e-fuels. El año pasado, la aerolínea KLM utilizó por primera vez combustible fabricado con hidrógeno renovable y CO2 en uno de sus vuelos.
Y es que los combustibles sintéticos serán, sin duda, de gran ayuda para afrontar los retos de la transición energética, posicionándose como una de las llaves del éxito de la movilidad del futuro junto a otras propuestas como los biocombustibles avanzados, la recarga eléctrica o el hidrógeno renovable.
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