La edición génica reclama una legislación distinta a la de los transgénicos para popularizar su uso
Los retos globales actuales requieren soluciones inminentes para hacer frente al incremento de la población mundial y la crisis climática

Los transgénicos son un elemento más conocido en los supermercados. Desde finales de la década de los 90, Estados Unidos ya incorporó la venta de productos alimenticios que habían sido modificados genéticamente, como fue el caso del tomate Flavr Savr. Sin embargo, se retiró del mercado debido a los problemas económicos de la compañía y al sabor que se obtenía.
Sin embargo, esta primera incursión desembocó en la introducción de otros productos modificados genéticamente en todo el mundo. Cabe mencionar que existen otras formas de "jugar" con la genética de los alimentos y que podrían contribuir a la adaptación de las plantas a las nuevas condiciones climatológicas, cada vez más extremas.
Es el caso de la edición génica , que guarda ciertas similitudes con los transgénicos pero que no son lo mismo ni mucho menos. "Ambos son organismos modificados genéticamente según la legislación europea, pero son técnicas diferentes. La transgenia son plantas en las que se les ha incorporado un gen modificado previamente en el laboratorio, mientras que la edición génica es una técnica que permite modificar directamente el genoma. La nueva característica que se le aporta no viene de un gen nuevo, sino de modificar ligeramente sus propios genes", explica Josep Maria Casacoberta, investigador del Centro de Investigación Agrigenómica y experto por la Autoridad Europea de Sanidad Alimentaria.
"La edición génica es una herramienta más para hacer una variedad más adaptada a las condiciones de cultivo que cada vez serán más difíciles. Es una herramienta más, pero una muy poderosa. Por tanto, tiene posibilidades de ayudarnos en todos los retos que tenemos, que es producir más y mejor, de forma más sostenible y con unas condiciones en pleno cambio climático", explica el experto.
"Es una herramienta más, pero una muy poderosa"
CAMBIOS LEGISLATIVOS
El problema viene cuando, legislativamente, la edición génica y los transgénicos están en el mismo saco. La legislación en la UE considera a los primeros como un Organismo Modificado Genéticamente (OMG), y se les aplica la misma regulación del año 2001 para las plantas transgénicas (Directiva 2001/18/CE).
"Es una legislación muy poco adaptada a estas nuevas técnicas. Prácticamente se hace imposible aplicar la legislación tal y como la tenemos ahora", lamenta el experto.
Esto hace que estos productos estén sólo al alcance de grandes empresas debido al elevado coste económico (10-16 millones de euros) y de inversión de tiempo (10-15 años), dejando fuera a productos de interés más local y pequeños productores. "Es importante que haya un análisis de riesgo asociado a cada una de las variedades nuevas que puedan desarrollarse, pero es importante que este análisis sea proporcional al riesgo potencial que tienen. Si nos pasamos pidiendo que hagan más pruebas de las que son necesarias, estaremos aumentando de forma innecesaria la inversión a realizar y estaremos restringiendo las posibilidades de utilizarlo", lamenta Casacoberta.
En principio, en junio habrá una nueva propuesta de legislación que permita adaptar los requerimientos de seguridad de las plantas modificadas con edición génica a su realidad.
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