El regreso de “El lago de los cisnes” con el Ballet de Kiev en el Tívoli
La compañía ucraniana presenta el clásico de Chaikovski en Barcelona.
El mundo el espectáculo tiene tradiciones ligadas, a veces, con el calendario, como por ejemplo la de reponer el Don Juan Tenorio de Zorrilla en torno a la festividad de Todos los Satos. Otras no tienen fecha fija, pero sí suponen una recuperación periódica de títulos que cuentan con seguidores inquebrantables. En el caso del ballet clásico, el título sin duda más exitoso y que vuelve una y ora vez a los escenarios con excelente acogida de público es El lago de los cisnes. Así ocurre año tras año en Barcelona, donde ha sido representado en numerosas ocasiones por una compañía rusa prácticamente asentada por estos pagos. Pero las actuales circunstancias bélicas han supuesto la práctica proscripción por los países occidentales de compañías y artistas de aquella nacionalidad y ello ha supuesto un cambio copernicano del panorama.
En este contexto adquiere por tanto una dimensión excepcional la presencia en Barcelona del Ballet de Kiev, una formación creada el año 2017 por el famoso bailarín solista del Teatro de la Ópera de Kiev, Viktor Ishchuk, quien consiguió realizar un sueño largamente cultivado: la creación de una compañía estable. Este nuevo elenco, integrado por excelentes profesionales y que tiene su sede en el Centro Internacional de Cultura y Artes de la capital ucraniana, ha realizado desde entonces más de medio millar de representaciones en diversos países y desde 2019 cuenta con la presencia de la solista argentina Ana Sophía Scheller como directora artística.
Unos mimbres, por tanto, sobresalientes, que avalan su presentación en el Teatro Tívoli precisamente con El lago de los cisnes según la coreografía tradicional de Marius Petipà. El Ballet de Kiev está formado por una treintena de profesionales, entre los que destacan Julianna Correira, Evhen Lagunov, Kostiantyn Mayorov, Stanislav Varankin, Vladyslava Vasylieva y Sofiia Hatylo, que ejecutan con sobria elegancia, impecable estilo y rigurosa preparación técnica, el ballet diseñado hace casi dos siglos por el creador francés. Revive con ellos la magia del cuento imaginado por Vladimir Beghitchev y Vasili Geletzer que se traduce en una sobresaliente actuación en la que no falta los arabescos, battements, cabriolés, demi-pliés, entrechats, fouettés, jetés, pasos a dos, pliés, piruetas y sissonés.
La presencia en nuestra ciudad del Ballet de Kiev es, en las circunstancias actuales, algo más que una noticia de carácter cultural, porque tiene una trascendencia que va mucho más allá y expresa la férrea voluntad del pueblo ucraniano por sobrevivir y superar la agresión externa. En este orden de cosas y con el fin de hacer patente la solidaridad de los barceloneses con aquel país, dos euros del precio de cada una de la entradas a teatro Tívoli son destinados la Cruz Roja para atender el acogimiento de todos aquellos ciudadanos ucranianos que han tenido que huir de la guerra y de la destrucción de sus casas y ciudades. Una ocasión excelente, por tanto, para conocer una acreditada formación coreográfica, disfrutar, una vez más, con El lago de los cisnes y expresar nuestra solidaridad con Ucrania.
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