Akadèmia: un “Macbeth” en el que Moreno Bernardí armoniza diferentes disciplinas artísticas
Reseña teatral de la adaptación de la célebre obra de William Shakespeare
“Es una obra de la que estoy particularmente orgulloso y que creo que expresa claramente mi madurez artística” dijo Moreno Bernardí en la presentación de su versión de “Macbeth”, una producción propia del teatro Akadèmia que acaba de estrenarse. El recoleto espacio escénico de la calle Buenos Aires acoge siempre producciones con un alto nivel de exigencia artística, pero en el caso que nos ocupa, como se trata además de un espectáculo cocinado en la propia casa, el objetivo es aún más ambicioso y debe aspirar a la excelencia, algo que Moreno Bernardí ha conseguido.
Poner en escena cualquier drama del teatro clásico es un reto que entraña innumerables dificultades. Ni la duración, ni el desarrollo argumental, ni el contexto histórico y temático favorecen un montaje tradicional que siga con fidelidad las pautas convencionales. Director y/o adaptador han de conseguir extraer de los cinco actos originales la esencia del mensaje, que en el caso de “Macbeth” es sin duda la ambición por el poder. Una cuestión intemporal, universal y tan actual como en tiempos de Shakespeare. A partir de ahí ha de imaginarse la forma de cómo hacerla creíble, y sobre todo atractiva, para el espectador contemporáneo.
Es justamente en este reto en el que ha acreditado su idoneidad Moreno Bernardí quien ha sido capaz de encontrar un lenguaje con la fuerza suficiente como para sugestionar y sorprender a un público que no tiene por qué ser necesariamente experto o amante del teatro clásico. Para ello ha creado un espectáculo global, en el que caben, además de la palabra, la música, las canciones, el movimiento, el diseño de vestuario -geniales los aditamentos de cabeza que se utilizan- y, por supuesto, los recursos que ofrece la moderna tecnología.
“Hace tiempo que trato de comprender cómo pueden convivir diferentes disciplinas” confesaba el director que ha conseguido articular una función de dos horas y cuarto en la que los ocho intérpretes, acompañados de un violinista, no dejan ni por un momento de expresar sus actitudes y sentimientos mediante una rigurosa y exigente acción interpretativa que les obliga a desplazarse por el parvo espacio disponible, a veces haciéndolo en cuclillas, arrastrándose, cayéndose y recuperando la vertical, pero sin dejar ni por un momento de moverse y/o de hablar, cantar o expresarse mediante algún tipo de sonidos Un trabajo que debe resulta extenuante, pero que todos los componentes de la compañía -nueve, lo que en estos tiempos que corren es todo un reparto- ejecutan con verdadera maestría y credibilidad. A destacar a David Menéndez y Sara Palomo en Lord y Lady Macbeth, así como al resto del reparto (Zúbel Arana, Uri Guillem, Albert Muntané, Roger Sahuquillo, Aina Serena i Marçal Gené) y al violinista Lluis Serra.
Todo ello hace que este “Macbeth” sea la versión más innovadora que hemos podido ver hasta la fecha sobre este texto inmortal. En todo caso, y tras un espectáculo desbordante de imaginación, Moreno Bernardí no esconde un mensaje preocupante y un advertencia nada banal cuando dice que “Macbeth representa para mí la posibilidad de decir una vez más que estamos regresando de nuevo a la Edad Media”.
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