“La discreta enamorada”: el regreso de Lope de Vega y Lluis Homar a Barcelona (Romea)

Reseña teatral de uno de los últimos grandes estrenos de la cartelera

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Catalunyapress dalmasesteatr24m23

 

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Con Lluis Homar ha venido a Barcelona la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico que dirige desde hace cuatro años. Y del brazo de Homar, Lope de Vega y su comedia “La discreta enamorada” en la que el Fénix de los ingenios nos muestra que el teatro clásico puede ser tan divertido o más que cualquier obra de creación contemporánea. 

 

Llegamos al Romea y nos llevamos grata sorpresa de comprobar que el patio de butacas está lleno hasta la bandera. ¡Bien! Eso quiere decir que los espectadores no solo son capaces de movilizarse para ver comedias banales y malhabladas, sino que también saben apreciar la gracia de una versificación imaginativa hecha en un lenguaje culto y en un castellano impoluto dicho por actores y actrices jóvenes pero con una excelente formación. Faltan todavía unos minutos para el inicio de la función y observamos cómo pasean por el escenario los intérpretes mientras hablan entre ellos, se dedican a afinar un instrumento o a colocar en su sitio alguno de los elementos de la ambientación que habrán de ir cambiando de posición según vaya desarrollándose la obra. Todos van caracterizados con lo que denominaríamos un vestuario de estilo fusión entre el que sería propio de la época de la obra y el actual.

 

Llega el momento de apagar las luces de la sala y entonces ¡empieza a sonar la música! ¿Pero no es ésta una obra en verso? En efecto, pero Homar ha querido darle no sólo un tono, un contexto y una dramaturgia imaginativa, rompedora, capaz de seducir a un público poco acostumbrado a oír los textos versificados del siglo XVII. También, a su manera, se ha permitido seguir la pauta de lo que hace ochenta años ya se aventuraron a hacer Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw cuando, inspirándose en esta misma comedia de Lope, escribieron un libreto que musicó Amadeo Vives y se convirtió en una de las obras más emblemáticas del teatro lírico español: “Doña Francisquita”.

 

Yo no sé qué hubiera podido decir Lope de haber presenciado esta función desde las bambalinas. O Alejandro Ulloa, aquel actor afincado en Barcelona que fue durante muchos años el paradigma del teatro clásico y, con rostro pétreo, “decía el verso” de forma impecable. O Amadeo Vives, si hubiese podido oír las músicas de esta nueva versión de “La discreta enamorada”, tan distintas de las suyas para la zarzuela que hemos citado. Creo que no me equivoco si imagino que, con toda seguridad, los tres, cada uno a su manera, hubieran coincidido en decir que Homar ha estado inspirado por la gracia puesto que ha conseguido que una comedia de enredos amorosos del Madrid del siglo XVII se disfrute como una obra fresca, divertida, capaz de mantener férreamente sentados a su butaca durante dos largas horas a los espectadores mientras sobre el escenario se desarrolla un movimiento escénico -con casi dos decenas de actores y actrices, uno de ellos el propio director barcelonés- que parece anárquico, pero que está engarzado al milímetro.

 

Estuvimos en el Romea una tarde de domingo y en una función convencional. No era, por tanto, el habitual público de estreno obligado a agradecer la invitación con aplausos corteses, sino el que ha pagado su entrada y puede exigir. No tuvo dudas: cuando acabó la representación se puso en pie y aplaudió durante interminables minutos con verdadero entusiasmo. Lope y Homar habían triunfado.

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