Un nuevo episodio de violencia extrema sacudió Ucrania este sábado, con un ataque ruso que dejó al menos nueve muertos y cuatro heridos en un autobús que transportaba civiles en las inmediaciones de Bilopíl·lia, en la región de Sumi. Las autoridades locales han calificado este asalto como un acto terrorista y un crimen de guerra deliberado que no deja lugar a dudas sobre la brutalidad del ejército ruso.
La policía regional de Sumi denunció sin rodeos que no se trata de un “simple bombardeo”, sino de un ataque “cínico” y premeditado contra la población civil, que infringe flagrantemente todas las normas del Derecho Internacional Humanitario. “Los ocupantes atacaron un autobús lleno de civiles, ignorando todas las leyes y principios que protegen la vida humana”, señaló un comunicado oficial difundido por Telegram.
Un equipo especializado trabaja ya sobre el terreno recogiendo pruebas y documentando los detalles de este nuevo crimen, con el objetivo de “identificar a cada culpable y llevarlo ante la Justicia internacional”, subrayaron fuentes policiales, destacando la gravedad y aparente impunidad con la que actúan las fuerzas invasoras.
Oleg Hrigorov, jefe de la Administración Militar Regional de Sumi, confirmó los hechos e informó de que los heridos fueron ingresados de urgencia, al tiempo que expresó su pésame a las familias de las víctimas. Las imágenes de destrucción y dolor se difundieron rápidamente, evidenciando el devastador impacto de este ataque contra la población civil.
El ministro de Exteriores de Ucrania, Andrí Sibiha, condenó con dureza el ataque, calificándolo de “atroz” y “bárbaro”, y acusó directamente a Vladímir Putin de continuar una guerra contra civiles inocentes, rechazando cualquier intento real de alcanzar la paz. “Putin sigue con su campaña de terror contra el pueblo ucraniano, a pesar de los llamamientos internacionales a detener la masacre”, declaró Sibiha, quien hizo un llamamiento urgente a aumentar la presión internacional sobre Moscú.
Este dramático ataque coincide con las primeras negociaciones directas entre Rusia y Ucrania celebradas en Estambul desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, un proceso marcado por un acuerdo inicial para el intercambio de hasta 2.000 prisioneros de guerra. Sin embargo, mientras se intenta avanzar en el diálogo, los hechos sobre el terreno muestran una crudeza y una ferocidad que mantienen el conflicto en un punto crítico.
Este ataque con drones pone de manifiesto, una vez más, la extrema vulnerabilidad de la población civil en esta guerra y la urgente necesidad de que la comunidad internacional intensifique sus esfuerzos para proteger a los inocentes y encontrar una solución definitiva al conflicto. La tragedia de Bilopíl·lia se convierte en un nuevo símbolo del sufrimiento ucraniano y de la brutalidad de una guerra que no da tregua.
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