Sobre la escueta relación de Vivaldi con el órgano
Sestier Armonico analiza en su nuevo disco el uso de la tecla en las composiciones del músico veneciano
Se le atribuye a Igor Stravinsky la frase: “Vivaldi no escribió 400 conciertos; escribió un concierto 400 veces”. Tradicionalmente, ha cundido entre muchos miembros de la élite musical la idea de que el Prete Rosso -el apodo por el que se le conocía en Venecia por su condición de clérigo y por su cabello pelirrojo- es un músico efectista, pero de talla menor dentro del panorama del Barroco. Otros, por el contrario, no tienen dudas sobre su genialidad, como es el caso del ensemble suizo Sestier Armonico, que acaba de lanzar una grabación de obras de Vivaldi en las que el órgano está presente, un instrumento atípico en su obra, pero no por ello excluido de ella.
El especialista en música barroca Álvaro Marías considera que precisamente la gran popularidad de la obra de Antonio Vivaldi -Las cuatro estaciones, su sello para la posteridad, ya era muy conocida en su época- es lo que probablemente justifica el menosprecio a la que se ha visto sometida por la crítica profesional más elevada. Marías defiende la importancia de su creación para la música posterior, dado que le responsabiliza del desarrollo del concierto veneciano para solista, un formato que es el antecedente directo del concierto clásico y de otros grandes géneros instrumentales.
Gran parte del éxito de la música de Vivaldi es su espectacularidad y su comercialidad, entendida en el buen sentido, es decir, adaptada a los gustos del público. Sostiene Álvaro Marías que la Venecia de los siglos XVII y XVIII era una exportadora de bienes de índole cultural; visitantes de toda Europa (hoy hablaríamos de turistas) acudían a la laguna para escuchar la música que allí se interpretaba, y para comprar o encargar obras que se llevarían de vuelta a sus países de origen. La música veneciana era un activo de gran rentabilidad.
Por todo lo anterior, Sestier Armonico ha elegido a Vivaldi para protagonizar el primer lanzamiento de su recién creado sello discográfico, In Aures. Se trata de un conjunto basado en Basilea dirigido por el organista y clavecinista italiano Giulio De Nardo, cuya misión es grabar diferentes repertorios de música antigua de la forma más pura posible. En este sentido, la formación persigue el aunar los hallazgos musicológicos y la interpretación con una calidad de sonido excepcional, intentando transformar la experiencia de la escucha en un viaje de descubrimiento.
El repertorio elegido para esta grabación es, cuando menos, poco representativo de la obra de Vivaldi, y es quizá este atrevimiento por parte de Sestier Armonico que la convierte en francamente interesante. Como afirma Michael Talbot, que rubrica las notas que acompañan al disco, la relación de Vivaldi con los instrumentos de tecla estaba mayormente “por debajo del radar”. Como intérprete y maestro, el músico está asociado con la familia de los instrumentos de cuerda, especialmente el violín, en los que destacaba notablemente, pero a la hora de componer ampliaba notablemente el abanico instrumental, desde la cuerda pulsada, hasta los vientos y metales, pasando por la tecla. De hecho, el órgano participó en el bajo continuo en algunas de sus creaciones, algo que queda patente en las pistas de Il Suono Ritrovato.
Talbot establece una relación entre la inclusión del órgano en la composiciones de Vivaldi y las interpretaciones de sus obras en los ospedali venecianos. Durante los siglos XVII y XVIII estas instituciones de caridad se convirtieron en los principales enclaves para escuchar música en directo. Existieron varios, como el Ospedale degl’Incurabili, que albergaba sifilíticos, huérfanos y prostitutas, el Ospedale della Pietà, para niños abandonados, el Ospedale di Santa Maria dei Derelitti ai Santi Giovanni e Paolo, para niños sin hogar, y el Ospedale di San Lazarus e dei Mendicanti para leprosos. Todos ellos tenían dependencias para mujeres y programas formativos en distintas disciplinas, incluida la música. Una de las funciones que tenían era formar conjuntos musicales para ofrecer actuaciones con el fin de recabar el apoyo financiero de mecenas para sostener cada uno de estos hospicios. Vivaldi compuso para el ensemble femenino del Ospedale della Pietà entre 1703 y 1741 y, dado que por razones de decoro las músicas interpretaban escondidas del público, una posible manera de “sorprender” el oído del público asistente era el incluir el particular sonido del órgano en las piezas.
El uso del órgano en la obra de Antonio Vivaldi se reduce a una sonata a cuatro, alrededor de diez conciertos y a tres obras sacras vocales, a saber, las RV 597, 639 y 644, respectivamente. De esas piezas, Sestier Armonico ha seleccionado como repertorio para el disco cinco conciertos: el Concerto para oboe, violín, órgano, cuerda y continuo en Do mayor, RV 554; el Concerto para violín, órgano, cuerda y continuo en Re menor, RV 541; el Concerto para violín, órgano, cuerda y continuo en Fa mayor, RV 767; el Concertopara violín, órgano, cuerda y continuo en Do menor, RV 766, y el Concerto para violín, órgano, cuerda y continuo en Fa mayor, RV 542. Además, incluye la Sonata para violín, oboe, órgano y chalumeau ad libitum, RV 779, y una única pista vocal, el aria Noli, o cara, te adorantis del oratorio Juditha Triumphans, RV 644, cantada por Francesca Ascioti.
El disco Il Suono Ritrovato es una excelente muestra del tratamiento que le dio Vivaldi al órgano en su obra, y supone una interesante ocasión para acceder al vitalismo que transmite su creación instrumental.
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