“Metamorfosis”: de cómo Sergio Pardo se convirtió en Serena Pardo

Sergio/Serena explica su propia peripecia que atravesó momentos de gran dureza e incomprensión, sobre todo en el ámbito escolar -¿quién ha dicho que los niños no son crueles?- o de su barrio, ambientes en los que tuvo que soportar menosprecios, agravios y agresiones. 

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Libros.Metamorfosis

 

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Sergio/Serena explica su propia peripecia que atravesó momentos de gran dureza e incomprensión, sobre todo en el ámbito escolar -¿quién ha dicho que los niños no son crueles?- o de su barrio, ambientes en los que tuvo que soportar menosprecios, agravios y agresiones. | PABLO-IGNACIO DE DALMASES

Hay temas que han permanecido ocultos o deliberadamente ignorados durante siglos y que han conseguido emerger finalmente, al punto de adquirir carta de naturaleza, ser reconocidos desde el punto de vista legal e incluso aceptados por buena parte -no todas, desgraciadamente- de las sociedades humana. Nos referimos en concreto a la inadecuación que padecen ciertas personas entre su sexo biológico y sicológico, discrepancia que hasta ayer mismo era tratada como una desviación, cuando no como perversión o pecado y que hoy se asume como una situación que puede y debe tener solución adecuada. De la anécdota morbosa e individual se ha pasado a una normalización en la resignación de género que, excesos legislativos bien intencionados, pero en algunos casos de discutible acierto aparte, ha dejado de ser noticia.

 

Recuerdo haber leído hace muchos años las memorias de la que quizá fue la primera mujer transgénero conocida de Europa, la francesa Coccinelle que, después de haber sido soldado de artillería, se convirtió en celebrada estrella de Madame Arthur y Le Carrousel de París y de Chez Nous en Berlín, que ha pasado a la posteridad respetada y cuyo nombre ha sido inmortalizado en una calle de la capital francesa.

 

Acaso sea por la inmediatez en este cambio de perspectiva social, pero lo cierto es que no abundan los testimonios depuestos por personas que han vivido un cambio de este tenor en España, donde este fenómeno ha tardado en emerger y en este sentido resulta interesante comprobar cómo pudo vivir esta transición una persona concreta: el muchacho que nació como Sergio Pardo y se convirtió en Serena Pardo. Lo explica en “Metamorfosis. Mis lecciones de vida y maquillaje” (B/Random House) 

 

Sergio/Serena explica su propia peripecia que atravesó momentos de gran dureza e incomprensión, sobre todo en el ámbito escolar -¿quién ha dicho que los niños no son crueles?- o de su barrio, ambientes en los que tuvo que soportar menosprecios, agravios y agresiones. Su temprana cercanía a las chicas y su creciente interés por el maquillaje femenino apuntaban maneras difíciles de aceptar por compañeros que habían recibido en sus ambientes próximos una educación de marcado tinte machista e intolerante con la diversidad y que se comportaron en consonancia con ellos. Afortunadamente, el protagonista de esta historia disfrutó de un apoyo fundamental, que fue el de su propia familia. Su madre se convirtió en conejillo de Indias de sus primeras prácticas de maquillaje y ambos progenitores aceptaron con naturalidad la noticia, primero, de que tenía novio, y más tarde de que quería someterse a una reasignación de sexo.

 

En un tiempo en que las nuevas generaciones despiertan tempranamente al ejercicio de su sexualidad, parece, de lo que se colige de estas memorias, que Sergio/Serena -utiliza ambos patronímicos en sus memorias- tardó en hacerlo y que quizá por ello vivió un drama -que tod@s hemos conocido alguna o muchas veces-, el del desengaño amoroso, particularmente traumático en el caso de lo vivido con un tal Pepe, su primera relación.

 

Cada capítulo de “Metamorfosis” viene acompañado de unas páginas en las que explica sus conocimientos sobre maquillaje, aprendizaje que le permitió convertirse en un influencer de la materia y en un personaje famoso, codiciado, admirado y bien pagado, que ha acabado deslumbrando a quienes antes le menospreciaron. El tiempo coloca a cada cual en el lugar que merece.

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