“Vamos a morir todos”: las diferentes formas de afrontar la muerte según la canadiense Emily Austin
La novela recoge la desazón de su juventud, siempre apoyada en un sentido del humor que considera fundamental en su vida
He aquí un título que reza una verdad absoluta: Vamos a morir todos. Aunque es bien cierto que no sabemos cómo vamos a hacerlo, ni en qué circunstancias. Esta es la gran incógnita que nos ofrece la vida y sobre la que ha fabulado la escritora canadiense en la novela de este título que publica Blackie Books.
No cabe duda de que en cualquier texto literario trasciende de forma más o menos subrepticia o evidente la personalidad de su autor o autora y en Vamos a morir todos no es difícil detectar el hecho de que Austin recibiera en su infancia una educación católica, lo que le hace describir con propiedad los personajes, la liturgia y el contexto de un templo de dicha confesión, del mismo modo que es perceptible su vinculación con el universo queer. Y así vemos que Grace es una muchacha lesbiana que se enfrenta a diferentes situaciones terminales cuando entra a prestar sus servicios de forma accidental y pese a su condición de no creyente en las oficinas de una iglesia en la que se enfrentará a diferentes formas de aceptación de la muerte. Desde aquella con la que el párroco atiende los funerales de sus feligreses al misterioso óbito de Grace, la secretaria parroquial que le precedió en el cargo y que todo hace pensar que falleció de forma violenta. Lo que está a punto de convertirse en un thriller, porque hay un presunto crimen y unos posibles sospechosos, acaba de forma mucho más sencilla, aunque les rogamos que nos disculpen por no seguir explicándolo para no privarles del placer de la lectura de esta novela.
Hay también una situación personal de la protagonista harto desestructurada no ya por su condición sexual, algo que hoy no tiene la menor importancia, sino por su obsesión por las enfermedades -es una hipocondríaca, visitante asidua del hospital de la zona, donde resulta un paciente conocido-, su desarreglo sicológico que le conduce a un enorme desorden en su vida personal y sus complejas relaciones familiares, en particular con su hermano Eli. Todo hace de la protagonista sea un personaje complejo y atormentado cuya peripecia conduce, sin embargo, a un final feliz.
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