“El evolucionismo”, una obra de divulgación del Dr. Franco sobre el tránsito desde la aparición de la vida a la del Homo sapiens
Reseña sobre un libro que trata sobre la evolución de la vida en nuestro planeta, con especial énfasis en nuestra especie
Una de las grandes incógnitas a la que durante siglos se ha intentado encontrar repuesta es la del origen de la vida y, por ende, de la especie humana. Si bien hubo intuiciones magistrales desde la antigüedad, lo cierto es hasta ayer mismo la respuesta ha estado fuertemente condicionada por los textos religiosos, al punto de que el arzobispo anglicano James Ussher estableció, en el siglo XVII, con rigurosa exactitud, que el mundo fue creado el 23 de octubre del año 4004 antes de Cristo y Adán y Eva expulsados del paraíso el 10 de noviembre, o sea que solo lo disfrutaron menos de tres semanas. La consecuencia fue el imperio de la teoría fijista, en virtud de la cual las especies habían sido creadas tal cual por un Ser superior y no tenían posibilidades de cambiar. Charles Darwin y Alfred Russell Wallace cambiaron copernicanamente -nunca mejor dicho- esta creencia con la teoría de la evolución, tal cual explica el Dr. Agustín Franco en “El evolucionismo. ¿De dónde viene el Homo sapiens?” (Cátedra) quien, sin embargo, recuerda la persistencia de tesis creacionistas más o menos firmes en determinados ámbitos y sociedades.
“Actualmente -dice- la teoría más plausible sobre la aparición de la vida arranca de la propia conformación de la Tierra a partir de polvo estelar formado por silicatos y hielo. Se constituiría de este modo un lugar con unas características de temperatura, humedad y contenido en agua adecuadas”. Todo ello en un proceso en el que la medida tiempo se establece en millones de años de tal modo que “la opinión más generalizada es que empezó en algún momento en el período comprendido entre los 4.410 millones de años cuando se dieron las condiciones para que el vapor de agua pudiera condensarse por primera vez”, aunque la vida multicelular tuvo que esperar a hace 1.500 millones, los primeros animales 600, las plantas 400, los vertebrados 380 y los mamíferos 100 millones de años. ¿Y los homínidos? pues no habrían aparecido antes de dos millones de años. Hay pues un código genético compartido en gran parte por todas las formas de vida, robusto, versátil y perdurable que elimina las mutaciones no viables y permite que las variantes más adaptadas se reproduzcan más y mejor. En la actualidad la teoría del evolucionismo está fusionada con la genética mendeliana y la genética poblacional para conformar la denominada «teoría de la síntesis evolutiva» o neodarwinismo.
Po lo que respecta a la especie humana, si bien se puede analizar la concepción de su evolución como un árbol, la hibridación entre diferentes especies arcaicas genéticamente cercanas debe entenderse mejor como una red. Hay dos teorías sobre el origen del Homo sapiens: según Weidenreich, se desarrolló de forma simultánea en diferentes regiones del planeta; y según la más aceptada hoy, su origen radica en el Homo rhodesiensis, pero el lugar y el momento son confusos, pese a que la mayoría de restos disponible han aparecido en el este de África y en algunos casos en la costa atlántica marroquí.
En el paleolítico superior se detecta la surgencia de un concepto religioso en la sociedad humana, así como la de pinturas, objetos de madera y hueso, más tarde figuras de barro cocido y agujas, el dominio del fuego y los ritos funerarios; mientras que en el Neolítico se produjo una hibridación entre sapiens y neadertales y se registró el inicio del sedentarismo, amén de la práctica de la navegación costera, el uso de herramientas pulidas, la eclosión de la agricultura y de los animales de granja y la domesticación del caballo.
El Dr. Franco recuerda que ha habido cinco grandes extinciones en el planeta, la más devastadora la tercera de ellas, en la que sobrevivieron únicamente el 3 % de especies vivas y la última, hace 66 millones de años, cuando se extinguió el 75 %, entre ellos los dinosaurios. Y advierte: “hace tiempo que lo científicos vienen apuntando hacia el peligro de una nueva extinción, en esta época que ha sido denominada por muchos como Antropoceno. Lo que sería nuevo en esta hipotética extinción respecto a las anteriores es que los cambios que estamos viviendo y registrando son consecuencia de nuestra propia acción sobre el entorno y son más larvados”.
Sea como fuere, “el estudio de la historia de la vida en el planeta nos permite apreciar una constante en todas las especies: una inmensa mayoría de ellas se acabó extinguiendo… Y nosotros, como una especie más, no tenemos irremediablemente otro futuro que evolucionar en la senda de los cambios o extinguirnos. Ello no obstante, nos tranquiliza añadiendo que “salvo fenómenos como las pandemias, las posibilidades de que la especie humana se extinga son escasas. Lo que sí puede acaecer es la degradación de la especie y de su entorno”. Además, en todo caso “la extinción de la especia humana no es sinónimo de extinción de la vida en el planeta”.
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