Emilio Gutiérrez Caba revela lo que se esconde tras las cámaras de cine (“Memorias de cine”)
Libro que recoge las memorias del actor vallisoletano
En el mundo del espectáculo español hay auténticas dinastías familiares con profesionales cuyas imágenes identificamos como muy próximas y que constituyen parte de nuestra memoria. Emilio Gutiérrez Caba es hijo, hermano y tío de profesionales del espectáculo y él mismo un actor que ha tocado todas teclas, y aunque su currículo parece particularmente rico en la pequeña pantalla y afortunado en los escenarios, ha querido dejar constancia concreta de su actividad cinematográfica en sus “Memoria de cine” (Cátedra), libro que constituye un repaso pormenorizado de dicha actividad y en cuyas páginas revela anécdotas, recuerdos y, sobre todo, interioridades de cómo se desarrolla el rodaje de las películas. Todo ello referido al período comprendido entre los años sesenta, cuando inició su carrera y 2022.
En el currículo de Emilio se contabilizan 109 largometrajes, amén de 23 cortos, lo que le ha permitido intervenir en algunos grandes éxitos del cine español como “Nueve cartas a Berta”, “La caza”, “La Colmena” o “Palmeras en la nieve”, aunque también en otros olvidados y en algún caso ni siquiera estrenados. Todo un récord de títulos en los que ha tenido que hacer de protagonista, pero muchas otras veces de secundario (de hecho, los dos Goyas que le concedieron fue precisamente por este rol) La variedad de los papeles a los que ha dado vida son expresión fehaciente de su versatilidad interpretativa. Bastará con decir que ha sido cura, torero y militar, ha tenido que bajar en red de un navío de la Armada, arrojar un “cadáver” a una zanja (con tan mala fortuna que también el cayó en el agujero), estuvo a punto de ahogarse, o se ha caracterizado de forma tan acentuada que en cierta ocasión no se fue capaz de reconocerse a sí mismo cuando vio una de las películas en la que había intervenido. Algunos rodajes se han desarrollado en lugares recónditos o mal comunicados (también en el extranjero: Suiza, Uruguay, Colombia), en otros ha pasado un frío espantoso, ha tenido que bañarse en el mar en pleno inverno. Y, en fin, ha estado en la cama con una Ana Belén desnuda, con Dianik Zurakowka en paños menores (ocasión en la que tuvo disimular una inoportuna pero inevitable erección) o ha tenido que besar a Elsa Baeza (con quien luego vivió, al margen de las cámaras, un tórrido romance con divertida peripecia hotelera).
Gutiérrez Caba no cae en ningún momento en la tentación de chismorrear sobre los demás ni de contar detalles de su vida íntima. Se puede decir que de todos los compañeros que cita habla bien, en algunos casos extra ordinariamente bien, como por ejemplo sobre Marisol. Lo mismo cabe decir de quienes fueron sus directores, aunque en algunos casos no elude recordar ciertos fallos o decisiones desacertadas. Dedica un recuerdo elogioso al llamado “nuevo cine español”, desvela muchos aspectos de las formas de trabajo en el cine: madrugones intempestivos, dureza de algunos rodajes, películas filmadas sin sonido directo, o con cámaras que hacían un ruido ensordecedor, producciones con presupuestos paupérrimos -como “Vidas pequeñas”, cuyo rodaje empezó en 2004, continuó en 2007 y se estrenó en 2011-, maquillajes y caracterizaciones insoportables -como cuando le pusieron una peluca parecida al peinado de Stewart Granger-, esperas interminables entre tomas sucesivas, amén de la necesidad, en su caso y en algunas ocasiones, de combinar rodajes con actuaciones teatrales.
“Memorias de cine” es, por consiguiente, un testimonio de la experiencia profesional (y en algunos personal, como el recuerdo de sus hermanas Julia a Irene, ésta prematuramente fallecida) de Emilio Gutiérrez Caba, pero, a la vez, un verdadero retablo de cómo se ha hecho cine en España durante más de medio siglo.
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