El relator Bernardo Fernández

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Relatos dispersos   CANVA
Relatos dispersos, de Bernardo Fernández - CANVA

 

Bernardo Fernández es un compañero de Catalunya Press a quien profeso simpatía. Nos hemos visto pocas veces, pero lo tengo por persona ecuánime y honrada que es lo que más me complace de alguien; destaca por su espontaneidad y sencillez, por su radical lejanía del fanatismo y el sectarismo. Fue diputado ocho años en el Parlament en el Grupo Socialista, dos legislaturas en las que estuvieron como presidentes de la Generalitat Jordi Pujol y Pasqual Maragall. Como todavía hoy no nos es permitido votar con listas abiertas, los partidos exigen como lo más normal del mundo que sus elegidos en las urnas sean totalmente sumisos a sus jefes (una estructura piramidal que exige la renuncia a expresarse con personalidad propia). Sin embargo, en el caso de Bernardo alguna de sus compañeras de Grupo sigue recordando hoy, veinte años después, su capacidad de discutir de forma valiente y sabiendo escuchar, pero también que fuera una persona seria, trabajadora, siempre dispuesta a ayudar.

Acaba de publicar Relatos dispersos (Libros Indie), compuesto por trece piezas autónomas de diversa confección y en los que mezcla relatos que parten de algún hecho ocurrido con otros de completa ficción. No conocía esta faceta suya de autor de relatos; sólo estaba al tanto de sus artículos, más de mil publicados. Su lectura me ha resultado grata y atractiva. El autor confiesa no buscar dar respuestas contundentes a casi nada; yo diría que su principal convicción, y la más valiosa, es que todos los seres humanos comparten la condición de personas.

Las distintas piezas guardan un orden especial, no cronológico ni temático, que el autor ha escogido para lograr un ritmo particular a su libro. No obstante, rompiendo ese orden, comentaré a mi aire algunas de ellas: Aventura en Kabul parte de la experiencia real de una periodista al tener que dejar Afganistán con la toma del poder de los talibanes y el abandono de las tropas estadounidenses. “El cansancio y la tensión no me dejaban pensar con claridad. Tenía dudas, no lo veía nada claro; pero tan agotados como yo estaba el resto de la expedición, y me parece que todos se preguntaban lo mismo”. Se estremece, tiene ganas de gritar, pero no puede, está agarrotada. Una tragedia humana de miles de personas abandonadas a la opresión que cierra el paso a toda esperanza hasta el fin de sus días. Desde el infierno pasa por Gaza, en busca de un entorno geopolítico estable con “una nefasta confluencia de intereses”. El viejo y la parca refleja cómo la vida iba mucho más deprisa de lo que aquel hombre podía asimilar, un tipo incapaz de enfrentarse a la realidad de la vida de manera racional. Hay espacio para distintas actitudes ante las desgracias: El avance de una enfermedad de Alzhéimer o una inmunodeficiencia muy rara y apenas investigada o una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. O los desastres causados por las drogas.

“El tiempo fue pasando y Emilio se cerró en sí mismo; se volvió esquivo, silencioso y taciturno”.

“Cada final de mes era un desengaño, un golpe bajo a su autoestima, y lo peor: en más de una ocasión habían tenido que echar mano del dinero que tenían guardado para hacer frente a los gastos corrientes”.

Asistimos, en Misión cumplida, a una vendetta a las afueras de Bogotá entre grupos de narcotraficantes, sicarios que compartían la afición por los caballos. En Cumpliendo con el deber a la brutalidad tras una acusación sin pruebas concluyentes de asesinato terrorista; un fusilamiento en época de mili durante la posguerra. En Viaje al paraíso soñado vemos a seres sometidos a bandas organizadas, cuatro días de horror en patera. Secuelas de una tragedia. “Y deciden marchar porque la vida que les tocó vivir no vale la pena vivirla”. “El desespero que se genera a partir de las condiciones infrahumanas en que se desarrolla la existencia de esos hombres y mujeres es el caldo de cultivo idóneo para las mafias, siempre están atentas y siempre al acecho; al fin y al cabo, es su negocio”.

El fútbol ampara un racismo que insulta y menosprecia de forma generalizada, adherido a la xenofobia y al clasismo, y dando por hecho el apoyo de sus conciudadanos del mismo origen. Por su parte, El utillero y la pelota es un relato breve que me parece espléndido. Dos equipos de fútbol rivales, uno rico y a punto de ganar el campeonato y otro pobre jugándose el mantener la categoría. Resalta al final la emotiva anécdota del utillero del equipo visitante que da un giro dramático a la vivencia del resultado.

El dilema “o estás conmigo o estás contra mí” no rige para Bernardo, pues, como escritor y como político, distingue perfectamente entre colores y actitudes. Ojalá hubiera más como él. Apenas se ven.

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