Una tripulante de cabina, de 24 años, que vive en la ciudad de Manila, Filipinas, estaba trabajando en un vuelo doméstico cuando tuvo que hacer un servicio especial para una de las pasajeras: amamantar al bebé de la mujer.
La historia fue compartida por Patrisha Organo en las redes sociales. El niño comenzó a llorar poco después del despegue. La madre había pasado toda la noche en el aeropuerto esperando el vuelo y toda la leche que llevaba ya había terminado.
Patrona Organo tiene una hija de nueve meses que todavía está siendo amamantada y al oír el llanto del bebé y sabiendo de la ausencia de la leche, se ofreció para amamantarle en una parte más reservada de la aeronave. La madre aceptó la ayuda y quedó muy agradecida.
El bebé terminó por dormirse, después de amamantar, y sólo despertó al aterrizar.
"Yo sabía que este vuelo era especial, porque acababa de recibir un ascenso, pero no había pensado que era tan importante", explica Parisha, que firma la publicación como "azafata y abogada de la lactancia".
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