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Los bares y restaurantes han cerrado, y ahora también lo harán todos los establecimientos culturales. Mientras, los hospitales se van llenando. La foto fija del virus en Catalunya actualmente no invita al optimismo, y a muchos ciudadanos les cuesta asumir la situación.
La segunda ola del Covid-19 ya es una realidad en Catalunya y el desánimo está calando profundamente en la población. El oasis que transcurrió durante los meses estivales parece ya lejano y el confinamiento total se percibe, cada vez más, como una realidad inevitable. Los ciudadanos ya no cantan el 'Resistiré' ni aplauden en los balcones, porque ya no hay mucho que celebrar: parece que el virus va a estar entre nosotros un largo tiempo.
Los bares y restaurantes han cerrado, y ahora también lo harán todos los establecimientos culturales. Mientras, los hospitales se van llenando. La foto fija del virus en Catalunya actualmente no invita al optimismo, y a muchos ciudadanos les cuesta asumir la situación.
"Tengo ansiedad", explica Rut, una jóven de 26 años que vive en Barcelona. Como todos, recuerda cómo vivió el primer confinamiento, y casi no se cree que pueda vivir el segundo. "El lunes tuve que salir de casa a comprar té para relajarme porque la cabeza no me paraba de dar vueltas", dice Elkin, otro joven de Barcelona. Laura explica que lleva tres días llorando y con presión en el pecho. Hace meses que la pandemia la separó de su pareja por estar en países distintos y ahora, que por fin iban a vivir juntos, han visto cómo el Covid volvía a frustrar sus planes. Estas son algunas de las historias de personas que han hablado con CatalunyaPress, y como siempre, quedarán muchas más por contar.
EL RIESGO DE CORTAR LA SOCIALIZACIÓN
El coronavirus es caprichoso y para no propagarse necesita que las personas dejen de socializar, un hecho muy perjudicial para cualquiera. Al fin y al cabo, el ser humano es una especie social, que necesita interactuar con otros congéneres para ser feliz. El cerebro está diseñado para socializar y, cuando no lo hace, sufre alteraciones.
La evidencia de investigaciones muy diversas sugiere que tener lazos sociales fuertes se relaciona con una vida más larga. En cambio, la soledad y el aislamiento social se relacionan con problemas de salud, depresión y mayor riesgo de muerte temprana.
Estos estudios se han hecho muy reales durante la primera ola de la pandemia. De acuerdo con los datos de un estudio llevado a cabo por Elma Research Institute en seis países europeos (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia, España y Polonia) patrocinado por Angelini Pharma el 10 de octubre (Día Mundial de la Salud Mental), durante el confinamiento el 58% de ciudadanos han tenido síntomas de trastornos psicológicos con una duración de más de 15 días, con picos del 69% en España, 63% en Italia, 63% en Gran Bretaña - Países donde el impacto del COVID-19 ha sido más fuerte - y con un porcentaje inferior al 50% en Alemania (47%).
LOS EUROPEOS ESTÁN AL LÍMITE
Caterina Gramaglia, de 42 años, una actriz de teatro en Roma, explica a The Washington Post que en comparación con la primavera, se siente menos amarrada, menos segura de qué hacer. La primera vez que cerraron los teatros en Italia para ella una oportunidad para la quietud, pero ahora siente "gran pavor y miedo". “Generalmente estamos acostumbrados a buscar y encontrar soluciones, pero ahora no sabemos adónde ir. Hay una especie de desesperación generalizada ", lamenta la actriz. Las principales ciudades de su país están viviendo disturbios cada noche debido a las restricciones impuestas por el Ejecutivo italiano.
En Alemania, las calles se están llenando de hosteleros que temen arruinarse ante las medidas del Gobierno alemán, que prevé el cierre de bares y restaurantes. En Liverpool, Inglaterra, los propietarios de los gimnasios han desafiado a la policía negándose a cerrar, explicando que sus instalaciones tenían que seguir abiertas no solo por dinero, sino también para mantener la salud mental.
En París, los medios de comunicación explican que el "ambiente era casi fúnebre" este miércoles antes del anuncio de un segundo confinamiento. Las vías de acceso a la capital se llenaron de parisinos que parecían querer huir de las consecuencias de la segunda ola.
“Habíamos predicho que habría esta segunda ola, pero nosotros mismos estamos sorprendidos por la brutalidad de lo que ha estado sucediendo durante los últimos 10 días”, Jean-François Delfraissy, inmunólogo y presidente del consejo asesor científico del gobierno francés sobre el coronavirus. respuesta, dijo a la radio RTL de Francia.
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