Victoria para la memoria histórica

El trabajo y el esfuerzo del joven historiador, Dani Cortijo, ha evitado que desaparezca un vestigio de la Guerra Civil y II República en una calle de Barcelona. Se trata del grafito que hicieron unos vecinos de la Barceloneta para rendir homenaje a Miguel Pedrola, un miembro del POUM, muerto en el frente de Aragón en septiembre de 1936.
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El trabajo y el esfuerzo del joven historiador, Dani Cortijo, ha evitado que desaparezca un vestigio de la Guerra Civil y II República en una calle de Barcelona. Se trata del grafito que hicieron unos vecinos de la Barceloneta para rendir homenaje a Miguel Pedrola, un miembro del POUM, muerto en el frente de Aragón en septiembre de 1936.

Dani Cortijo ha conseguido recuperar la inscripción dedicada al miliciano Miquel Pedrola, un grafito histórico no catalogado y que estaba en peligro de desaparecer debido a las reformas planificadas en la finca donde se encuentra.

El historiador informó el distrito municipal de Ciutat Vella sobre la existencia de este vestigio de la II República y aportar la documentación que necesitaba para evitar la desaparición del grafito. También se reunió con las asociaciones de vecinos de la Barceloneta y utilizó su blog y el Facebook para contar con el apoyo de la ciudadanía.

Finalmente, Paisaje Urbano aceptó la petición vecinal y se hizo cargo del proyecto y la empresa Otai asumió el patrocinio de la inscripción, se limpiarla y poner una capa de fijador protector. Con todo, ya se puede disfrutar de este grafito histórico que rinde homenaje al miembro del POUM muerte en el frente de Aragón en septiembre de 1936.

Sin embargo, Cortijo advierte que aunque este vestigio parece "estar a salvo", puede correr peligro debido a las amenazas que algunos miembros de Falange han vertido a través de internet, donde anunciaban que "si no lo borraba del Ayuntamiento, lo borraban los falangistas".

Dani Cortijo encontró la inscripción dedicada al miliciano Miquel Pedrola, situada en una fachada de la calle de San Miguel, esquina Escuderos, en 2008. En aquellos momentos, el grafito estaba bajo las capas de pintura con la que la dictadura lo había intentado borrar.

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