Valentina Berr: "Muchas de nosotras aprendemos a convivir con el concepto de “aguantar”"

La futbolista transexual que tuvo que abandonar el fútbol por la transfobia atiende a Catalunya Press para hablar sobre una de las decisiones más duras de su vida. 

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Catalunya press   valentina

 

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Valentina Berr, celebrando un gol en su última temporada como futbolista / @valentina.berr

El 28 de junio se celebró el Día Internacional del Orgullo LGTBI. Mientras que las calles se llenaban de fiesta para reivindicar la igualdad de las lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales frente al resto de sociedad... un post aparecía en Instagram. Un post en el que se demostraba que la sociedad no está tan bien, no está tan avanzada como nos quieren hacer creer, y que aún queda mucho para que sea un espacio seguro para todo aquél que se salga de lo más normativo. "¿Por qué queréis un día del Orgullo cuando ya tenéis igualdad?", se oye entre el murmullo de la derecha más rancia. Y la realidad, es que se necesita por casos como los de Valentina Berr. 

 

Valentina, nacida en Ripollet el 5 de enero del 1993, era una futbolista transexual que anunció que "colgaba las botas" por la transfobia que había sentido durante cuatro años. Empezó en el mundo del fútbol con 10 años, cuando aún se encontraba en el género erróneo. Ahora, con 29 años, se ha visto obligada a poner punto y final a una de sus pasiones. 

 

Antes de empezar el proceso, ¿jugabas a fútbol? ¿Cómo fue la transición de pasar del masculino al femenino?

 

Sí, de hecho yo desde los 10 hasta los 14 años jugué en equipos mixtos, con más chicas (y muchos chicos), y me sentía bastante a gusto. Cuando tuve que pasar a jugar solamente con chicos, me sentí completamente fuera de lugar. Sentía que no encajaba nada en las dinámicas que se generaban de comportamientos en los que los hombres eran hipermasculinos. Sin embargo, no creo que esa sensación la tengamos solamente las mujeres trans; cualquier persona que se salga de la norma difícilmente se va a sentir cómoda en un entorno como el del fútbol masculino, por eso o lo abandonan o esconden su verdadera esencia para formar parte de ello sin destacar. De ahí que no haya apenas diversidad en el fútbol masculino.

 

¿Cómo empezaste a notar la transfobia a tu alrededor?

 

Creo que la transfobia no “se nota”, simplemente está. Tú puedes estar más cómoda o más incómoda con ello, igual que ocurre con el machismo. Habrá mujeres a las que no les afecte que ellas tengan que cargar con toda la carga de responsabilidad de las tareas del hogar, o que no “noten” el peligro de andar solas por la calle de noche. Pero se note o no, todo eso existe. La transfobia existe desde el primer momento en que te obligan a someterte a tratamiento hormonal y a que un psicólogo certifique que estás trastornada durante dos años para poder cambiar tu DNI y poder formar parte del fútbol femenino. No es algo que “se empiece a notar”.

 

Tus compañeras y equipos te apoyaron, ¿pero crees que podrían haber hecho algo más por ayudarte?

 

Creo que lo que se puede ver en mi publicación de Instagram, en la que comunico mi retirada y denuncio los motivos, es que tanto compañeras, como rivales, clubes y demás están de acuerdo en que lo que ocurre es totalmente injusto e impropio de una sociedad que debería cumplir con los Derechos Humanos. Quizás una forma de contribuir a que esto no siga ocurriendo sería unir fuerzas y comunicarle estas injusticias a los organismos que establecen esas normativas discriminatorias. 

 

 

¿Has pedido ayuda a las instituciones? En caso de haberlo hecho, ¿te han hecho caso?

 

Hasta ahora no he pedido ayuda a nadie porque no quería ser artífice de ningún cambio mientras formaba parte del fútbol femenino. Solo quería adaptarme a lo que había e intentar disfrutar mientras pudiera, porque dentro del fútbol femenino había encontrado algo que llevaba años buscando sin éxito: paz. Poder estar más o menos en paz entre mis compañeras, también diversas igual que yo, era lo que necesitaba, porque parece que tenemos que estar todo el día luchando y eso creo que es un error. Las personas que nos salimos de la norma necesitamos espacios de paz. No quería convertir mi trayectoria futbolística en una guerra contra las injusticias, en un proyecto activista. Era una cuestión ya personal e íntima. 

 

Por parte de la prensa, ¿qué han dicho de ti? ¿Qué mensaje les darías para mejorar el trato hacia las futuras futbolistas trans?

 

Creo que se está cayendo en el error de creer que la mayoría de la prensa me ha insultado a nivel personal, y eso no es así. Cuando yo denuncio la violencia por parte de la prensa, si bien es cierto que en parte ha sido directamente contra mí (y con comentarios muy graves como insinuar que algunas mujeres trans somos un peligro para las niñas en los vestuarios), sobre todo me refiero a que desde los medios se está amplificando el discurso de odio contra las disidencias, contra las personas que se salen de la norma. Difundiendo bulos, como el de la nadadora Lia Thomas, que denunció la periodista Noemí López Trujillo, que solamente contribuyen a crear un entorno más hostil y, en consecuencia, disuadirnos de la práctica deportiva. Creo que es esencial que se deje de actuar como altavoz de la ultraderecha y de los mensajes de odio, es una irresponsabilidad por parte de los medios que esto se siga haciendo. 

 

¿Cuál es el episodio más grave que recuerdas?

 

No creo que se trate de episodios más graves que otros, sino de una violencia estructural que asfixia poco a poco hasta que ya no puedes más.

 

¿Con qué palabra definirías estos años de acoso?

 

Rancio.

 

¿Por qué decidiste aguantar 4 años con el acoso? ¿Pensaste en dejarlo antes?

 

Pensé en dejarlo muchísimas veces durante los 4 años. Para entender por qué aguanté tanto, es importante tener en cuenta cómo es el día a día de muchas mujeres trans, con la tasa de paro y de precariedad que hay, el acoso en las calles, en las redes, la falta de redes de apoyo familiares, la violencia en las escuelas, en el trabajo, etc... Al final, muchas de nosotras aprendemos a convivir con el concepto de “aguantar”, porque o aguantas, o no haces nada. Evidentemente por otro lado estamos luchando para que cambie, pero tampoco creo que sea una responsabilidad exclusiva de quienes lo sufrimos. Estamos construyendo una sociedad completamente injusta y es responsabilidad de todas cambiar eso. A mí me da vergüenza, asco y una rabia enorme ver lo que sucedió en Melilla, la forma en que se ha ninguneado la vida de todas esas personas que murieron, que tenían sus historias, sus seres queridos. Debemos unirnos para cambiar muchísimas cosas, en todos los ámbitos.

 

¿Qué sueño te queda pendiente por cumplir a nivel futbolístico?

 

Creo que uno de mis sueños es entrenar. Sobre todo a categorías inferiores, acompañar a las más peques a crecer futbolísticamente, a aprender a disfrutar del fútbol, y de los valores que se pueden desarrollar gracias a él. Soy una persona muy “mami” desde siempre, y contribuir a través del fútbol a la educación de niñas y jóvenes para mí sería una maravilla. Pero de momento no tengo ni tiempo ni energías para dedicarme a ello. Quizás más adelante.

 

¿Qué legado crees que dejas a nivel social?

 

Habrá que verlo, quizás es un poco pronto. Puede que sí que haya logrado que mucha gente reflexione sobre violencias que a día de hoy ocurren y de las que no eran conscientes, y que haya habido una movilización impresionantemente positiva de apoyo hacia lo que cuento, pero quizás es algo que dentro de un par de días, cuando acabe el Orgullo y las empresas quiten las banderitas arcoíris, nos vuelva a importar solamente a las cuatro personas de siempre y se quede todo como está. A corto plazo no creo que podamos llamarle “legado”. Ojalá que en un futuro sí podamos decir que mi legado y el de tantas otras que están poniendo el cuerpo y la salud hayan servido para que el mundo sea más justo. Si quieres, nos vemos dentro de unos años y me lo vuelves a preguntar. Te seré igual de sincera que hoy.

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