Aunque parezca inverosímil, es cierto: oler el sudor ajeno puede ayudar a tratar la ansiedad. Un grupo de investigadores europeos ha demostrado que la exposición a olores humanos, extraídos del sudor de otras personas, podría utilizarse para potenciar el tratamiento de algunos problemas de salud mental, como la ansiedad.
En este estudio preliminar, los investigadores pudieron demostrar que la ansiedad social se reducía cuando los pacientes se sometían a una terapia de atención plena mientras estaban expuestos a "quimioseñales" humanas, o lo que comúnmente denominamos olor corporal, obtenidas del sudor axilar de voluntarios.
Elisa Vigna, investigadora principal del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), que ha presentado los resultados del estudio en el Congreso Europeo de Psiquiatría celebrado en París (Francia), explica que "nuestro estado de ánimo hace que produzcamos moléculas (o quimio-señales) en el sudor que comunican nuestro estado emocional y producen las correspondientes respuestas en los receptores".
"Los resultados de nuestro estudio preliminar muestran que la combinación de estas quimio-señales con la terapia de atención plena parece producir mejores resultados en el tratamiento de la ansiedad social que los que puede conseguir la terapia de atención plena por sí sola", destaca.
La ansiedad social es un trastorno de salud mental frecuente en el que las personas se preocupan excesivamente por participar en situaciones sociales. Esto puede afectar a las interacciones, por ejemplo en el lugar de trabajo o en las relaciones, pero también en situaciones cotidianas como ir de compras o de vacaciones, lo que puede dificultar llevar una vida normal sin preocuparse excesivamente por el contacto con los demás.
En el estudio se recogió el sudor de voluntarios y se expuso a los pacientes a señales de quimioterapia extraídas de estas muestras de sudor, mientras recibían tratamiento para la ansiedad social.
Las muestras de sudor se recogieron de voluntarios que estaban viendo fragmentos cortos de películas: estas películas se habían elegido para provocar estados emocionales concretos, como miedo o felicidad; se trataba de ver si las emociones específicas experimentadas mientras se transpiraba tenían efectos diferentes en el tratamiento.
Los clips de películas de miedo incluían contenido de películas de terror como 'La maldición', mientras clips "felices" incluían material de 'Las vacaciones de Mr. Bean', 'SisterAct'' y otras.
Una vez recogido el sudor, los investigadores reclutaron a 48 mujeres (de entre 15 y 35 años), todas ellas con ansiedad social, y las dividieron en 3 grupos de 16 personas cada uno. Durante 2 días, todas ellas se sometieron a terapia de atención plena para la ansiedad social.Al mismo tiempo, cada grupo fue expuesto a un olor distinto, obtenido a partir de muestras de sudor de personas que habían visto distintos tipos de videoclips, además de un grupo de control, que fue expuesto a aire limpio.
Según Vigna, descubrieron que "las mujeres del grupo expuesto al sudor de personas que habían visto películas divertidas o de miedo respondían mejor a la terapia de atención plena que las que no habían estado expuestas".