Los resultados se han publicado en la revista Environmental Pollution, que muestra los hallazgos del trabajo que se ha basado en una cohorte de 3.515 menores del Generation R Study de Rotterdam (Países Bajos), según ha informado el centro impulsado por la Fundación La Caixa en un comunicado.
Para conocer a qué contaminación atmosférica habían estado expuestos estos menores, los investigadores han estimado los niveles diarios de dióxido de nitrógeno (NO2) y de materia particulada (PM2,5) registrados desde su concepción hasta los 8,5 años. Cuando tuvieron entre 9 y 12 años, se les tomaron imágenes cerebrales mediante resonancia magnética y se calcularon varios volúmenes cerebrales y la conectividad estructural.
Para la investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, Anne-Claire Binter, una de las grandes conclusiones del estudio es que el cerebro es "especialmente vulnerable" a la contaminación atmosférica no solo durante el embarazo sino también durante la infancia.
Los autores consideran que se tendría que seguir repitiendo mediciones a estos menores para intentar comprender los posibles efectos a largo plazo de la exposición a la contaminación atmosférica en el cerebro.
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