La historia está hecha de muchas casualidades, como lo fue, para el devenir de nuestro país, la temprana muerte del príncipe Juan de Castilla, heredero de los Reyes Católicos, que dejó tempranamente viuda a Margarita de Austria, hija de Maximiliano y María de Borgoña. A pesar de todo, Isabel y Fernando insistieron en la misma familia: Felipe, hermano de Margarita, casó con la infanta Juana y fueron estos los que, a la muerte de la reina católica, se convirtieron en soberanos de Castilla. Margarita de Austria quedó entonces como gobernadora en los Países Bajos y cuando nació en Gante el primogénito de Felipe el Hermoso y Juana la Loca y estos fueron a España para hacerse cargo del reino, la tía quedó a cargo de la educación Carlos, el futuro rey de España y emperador de Alemania.
El caso es que Margarita prefirió establecer la sede de su gobernaduría no en Bruselas, sino en Malinas, que ya se había convertido en una de las principales ciudades flamencas durante la edad media. Con ella, Malinas vivió una etapa de esplendor porque era mujer culta, mecenas de pintores, que se distinguió como coleccionista, tuvo una de las primeras bibliotecas de Europa de su tiempo e incluso escribió poesía. Emociona pasear por su palacio, que en la actualidad es sede del juzgado de primera instancia y contemplar el jardín sobre el que asomaba la gobernadora para ser vitoreada por los malineses y ver la sala de audiencias, que es ahora la sala de vistas judiciales.
Años más tarde gobernaría los Países Bajos por encargo del césar Carlos el cardenal Antonio Perrenot de Granvela, mucho menos querido que Margarita, cuyo despacho es ahora el de su señoría el juez de Malinas. Entre estas paredes se forjó en alguna medida la historia de la Europa de su tiempo, porque desde Malinas se gobernada los territorios de las actuales Bélgica y Holanda, pero además se contenían las ambiciones del rey francés Francisco I y se negociaba una entente con Enrique VIII de Inglaterra. Malinas es hoy una ciudad pequeña y recoleta, pero con mucho encanto. Situada a orillas del rio Dyla, de sus murallas medievales con doce puertas no conserva más que la llamada de Bruselas y casi todos sus numerosos canales han sido cegados o cubiertos. El centro es una gran plaza rodeada por los edificios principales: la antigua catedral de San Rumoldo, de la que emerge una espectacular torre de 97 metros y desde cuyo campanario suena un armonioso carillón, el edificio del antiguo ayuntamiento o casa de los regidores, con una sombrerería en los bajos y el nuevo ayuntamiento, fruto de diversas épocas porque en su patio interior hay construcciones de los siglos XIV, XIX y de dos etapas distintas del XX. Entre el ayuntamiento nuevo y la catedral hay unos cables por los que descienden unas campanas en las fiestas de septiembre y junto a la sede municipal, una curiosa estatua del manteamiento de un pelele.
La ciudad conserva algunas viejas casas de madera y el antiguo beaterio, refugio de viudas y damas de respeto, se ha convertido en un barrio cuyas casas, rehabilitadas, son hoy muy codiciadas como vivienda de gente acomodada.
¿Hará falta decir que toda Malinas está llena de recuerdos de su vinculación con España? El nuevo ayuntamiento ostenta en su fachada una estatua de Carlos V, en su sala de columnas hay un impresionante tapiz ordenado confeccionar en 1565 por el cardenal Granvela para conmemorar la batalla de Túnez, la sala de plenos luce en sus vidrieras los escudos de los 56 estados de los que fue soberano Carlos de Gante y en uno de los salones municipales cuelga un óleo con el joven príncipe acompañando a su tía en la corte malinesa. Eso sí, el palacio donde residió Carlos de Gante, que estaba junto a la iglesia de san Pedro y san Pablo, ha desaparecido en buena parte y no queda nada del Hospital Militar que tenían en Malinas los Tercios de Flandes.
Lo que sí se conserva es la casa Van Buysleden, que mandó construir el consejero de Carlos V de este nombre y que es ahora mismo un museo histórico de Malinas. Y de alguna forma la Real Fábrica de Tapices De Wit continúa la tradición artesana que llenó los palacios reales de la casa de Austria con los mejores ejemplos de esta manufactura flamenca. Pasear por Malinas es un descubrimiento incesante de las huellas de dos siglos de convivencia hispano-flamenca.
Otro atractivo de Malinas son sus museos. Además de la única puerta de la muralla medieval, que exhibe la evolución del centro urbano a través de la historia, la casa de los regidores, que es un museo de arte e historia antigua, la casa de Van Busleyden y la Manufactura Real de Tapices, lugares todos ya citados anteriormente, existen museos de la deportación y persecución de los judíos durante la segunda guerra mundial en el Cuartel Dossin, del juguete, arqueológico, del ferrocarril flamenco –en un antiguo edificio ferroviario-, de la fundición de campanas -en la casa Michiels-, de relojes artesanales y de la cerveza.
Bruselas está a tan sólo 25 kms de Bruselas, por lo que el acceso desde la capital de Bélgica es rápido e inmediato, bien se por carretera, bien por ferrocarril. Más información en http://www.mechelen.be.
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