Las salinas de Peyriac de Mer, una antigua explotación industrial convertida en reserva ecológica

Pablo-Ignacio de Dalmases

Antiguas salinas de Peyriac

Buena parte del litoral del departamento francés del Aude forma parte del parque natural de la Narbonesa que se extiende a lo largo de 100.000 hectáreas con diversas subzonas húmedas, de vegetación llamada garrigues, bosques, viñas, playas y dunas, salinas, litoral y zona marítima. El parque incluye tres étangs o áreas lacustres, típicas del sudeste francés porque se alinean junto al Mediterráneo, separadas de éste por una estrecha franja de tierra o más generalmente aún de arena. Se trata de las lagunas de Salses, La Palma y de Bages y Sigean, ésta última la mayor de todas. 

 

En torno a estas lagunas han ido surgiendo poblaciones que han vivido de la explotación de los recursos generados por la propia naturaleza del lugar y de ahí que el pueblecillo de Peyriac de Mer, situado en la laguna de Bages y Sigean, frente al islote de Planasse, aprovechase tanto la salinidad de las aguas que lo rodean, como la existencia de un pequeño espejo de agua más salado aún, el laguito de Doul, en el que la concentración de sal es superior a la del mar Muerto.  

 

La historia de las salinas de Peyriac de Mer data de antiguo. Parece que aquí hubo explotaciones salinas desde la antigüedad, pero los documentos dicen que fue en 1603 cuando se asociaron los propietarios de dicha población con los de Sigean y Narbona para crear una industria salinera que funcionó hasta 1967. En realidad, las salinas de Peyriac de Mer, que se extendían a los largo de 260 hectáreas, son artificiales. La única zona natural es la de Doul, situada junto a la salina artificial y comunicada con ella por un acceso habilitado al efecto. 

 

Las salinas disponen de una esclusa que permite el acceso del agua procedente del lago de Bages y Sigean. Para facilitar el bombeo, que hasta entonces se hacía de forma natural, de acuerdo con la acción del viento – el del sur permitía la entrada de agua y el del norte la vaciaba- se instaló un motor en 1957, que tuvo poca vida porque al año siguiente y demostrada la falta de rentabilidad económica de la explotación, las salinas quedaron abandonadas a su suerte. Durante el tiempo de su explotación fueron una importante fuente de riqueza para el pueblo, pero también de problemas porque el suministro de agua para el mantenimiento de la explotación produjo varias inundaciones. 

 

Claro que el mayor problema se dio con ocasión de su clausura. Enseguida apareció alguien que propuso transformarlas en una marina de turismo, suscitando una reacción de rechazo en amplios sectores de la población porque las salinas Peyriac de Mer habían creado un ecosistema muy interesante desde el punto de vista medioambiental. La movilización de los ecologistas dio sus frutos y en 1981 el gobierno francés las compró para transformarlas en una reserva natural que, conservando algunos elementos constructivos propios de su antigua actividad industrial, han sido reacondicionadas para su mejor aprovechamiento como habitat de especies y para el disfrute público.

 

Con este objetivo se ha trazado una pasarela de madera que se levanta unos palmos sobre el nivel de las agua. El itinerario resigue las antiguas salinas, permite la contemplación de los contrafuertes que protegían el pueblo del agua, pasa por el lago de Doul y se reencuentra con la zona urbana después de haber reseguido la carretera que se levanta sobre la pequeña presa que la separaba del lago mayor y donde se halla la antigua esclusa de comunicación. Perdida su función económica se ha rebajado el índice de salinidad de las aguas hasta no más de 50 gramos por litro para permitir una mejor supervivencia de las especies y de este modo el paseante disfruta con la contemplación de flamencos rosas, cormoranes, patos de cuello verde, gaviotas y toda suerte de patos y ánades. 

 

La misma carretera de la esclusa nos lleva de nuevo al núcleo urbano de Peyriac de Mer. En el callejón por el que caminamos hay un pequeño Museo arqueológico antes de llegar a la trasera de la iglesia parroquial, de aspecto gótica y con trazas de haber tenido alguna función defensiva. La playa Mayor, a la que da la puerta principal del templo y en la que está el ayuntamiento, es pequeña y tranquila. Es mediodía y en el bar principal los trabajadores del pueblo almuerzan en camaradería intercambiando la conversación con voz potente. Es posible que este ambiente recogido cambie en tiempo de vacaciones, pero fuera de temporada esto pueblos de sudeste francés siguen viviendo como siempre. Peyriac de Mer es un buen ejemplo de ello.

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