Las pruebas de choque -también conocidos como crash test o test de impacto a velocidad controlada- son fundamentales para evaluar el nivel de protección que los automóviles modernos ofrecen a sus usuarios, independientemente de si son el conductor, o van en el asiento del copiloto o en el asiento trasero. E incluso si son adultos o niños.
Para ello, la industria del automóvil, así como los organismos oficiales que la controlan -como Euro NCAP (Programa Europeo de Evaluación de Automóviles Nuevos), utilizan maniquíes equipados con decenas de sensores diseñados para medir las tensiones a las que está sometida cada una de las partes de la carrocería, con el fin de evaluar si cumplen con los límites establecidos como seguros para las personas.
Estos "muñecos" son mucho más sofisticadas de lo que parecen, como lo demuestra el hecho de que cuestan más de medio millón de euros por unidad, utilizándose varias en cada una de las simulaciones de accidentes.
Las más recientes se consideran incluso verdaderas obras de arte, pudiendo determinar la presión y deceleración a la que están sometidas la cabeza, el cuello, el tórax, etc. Pero si la mayoría de los científicos están convencidos de la importancia de los maniquíes -o crash test dummies-, los responsables del instituto chino que estudia los accidentes de tráfico parecen tener algunas dudas, porque decidieron sustituir los maniquíes de los ensayos de choque por cerdos vivos.
Se trataba de determinar los daños causados por un choque a 48 km/h a un niño de 6 años. Y en lugar de los maniquíes, los científicos chinos decidieron sentar a cerdos, asegurados con el cinturón, en los asientos infantiles a bordo de los vehículos.
El estudio llevado a cabo por científicos chinos se llevó a cabo en 2017, pero no se publicó hasta enero de 2019 en el 'Journal of Crashworthiness'.
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