Dr. Salvador Casado: "En la Atención Primaria ahora solo queda la supervivencia y la atención precaria"
La situación que se está viviendo en los CAP vuelve a ser límite. Los médicos de familia y los sanitarios empiezan a estar contra las cuerdas ante la gran cantidad de contagios que hay de manera diaria en, prácticamente, toda España.
Cartel de un CAP en Catalunya | @EP
La situación que se está viviendo en los CAP vuelve a ser límite. Los médicos de familia y los sanitarios empiezan a estar contra las cuerdas ante la gran cantidad de contagios que hay de manera diaria en, prácticamente, toda España.
Entre todo esto, nunca está demás escuchar o, en este caso, leer lo que viven en primera persona los sanitarios. Pero el covid no es el único problema, sí uno de los principales, que está haciendo que muchos médicos y tutores de residentes quieran abandonar. Esta es la reflexión que deja el doctor Salvador Casado en su blog sobre el día a día de los médicos:
"Leo que los tutores de médicos residentes de familia van a dejar de serlo en bloque. Hace unos meses ocurrió igual con los directores de centros de salud. Me llegan noticias de jubilaciones anticipadas de compañeros y otras más numerosas de aquellos que manifiestan su deseo. Cada día más médicos de familia se plantean abandonar de una u otra forma. El número de profesionales que reconoce tener que tomar psicofármacos no para de aumentar. Los dos máximos responsables de mi dirección asistencial se han marchado y su lugar está ocupado provisionalmente por otros. Los directores de Salud Pública de varias Comunidades han dejado su cargo.
El panorama de la Atención Primaria de Madrid está arrasado. En el resto de España van poco más o menos. ¿Qué ha pasado?
Hace unos días un periodista me lo preguntó. Traté de dar una respuesta corta y no fui capaz. Me enredé en mil razones. Al igual que pasa en una relación de pareja muy deteriorada todo es endiabladamente complicado para el que la sufre. No terminar de ver que lo mejor es separarse es uno de los platos más amargos que le pueden servir a cualquiera. Y como pasa en esos casos, desde fuera suele ser evidente. Una relación muerta solo es invisible para el que no quiere o puede verla.
Si lo tuviéramos que resumir en una sola frase tal vez podríamos decir que se nos rompió la narrativa. Se quebró el marco teórico que sostenía la especialidad y la Atención Primaria y ahora solo queda supervivencia y atención precaria. Es verdad que atravesamos la mayor crisis sanitaria de la historia y que las circunstancias son excepcionales, es verdad que como dijo el sabio en desolación mejor no hacer mudanza. Pero aun así las cotas de sufrimiento personal y profesional que estamos viviendo han cruzado todas las líneas rojas.
¿Tiene arreglo la narrativa? no puedo responder con certeza. Lo que si aventuro es que muchos quedarán severamente tocados y arrastrarán terribles cicatrices, otros quizás puedan recuperarse y olvidar. Pero el panorama de fondo no tiene visos de cambiar y eso va a terminar condicionando que terminemos aceptando lo que hay: hemos vuelto a la medicina de cupo de los antiguos ambulatorios. Dos minutos por paciente y sin sillas. Que pase el siguiente, esto es la Beneficencia. O la libertad, según quien hable.
El el vasto panorama de los centros de salud seguramente queden algunos en verde que puedan seguir funcionando como antes. Pero la mayoría habrán pasado al amarillo, e irán muy justos, o al rojo y solo podrán sobrevivir la mayoría del tiempo. Puede que algún día la presión asistencial sea menor, pero ¿quién retomará las actividades premium puntualmente cuando lo habitual es dedicar toda la energía a atender listas interminables?
Quizá haya llegado la hora de dejar de enseñar a los residentes tanta ecografía y empezar a poner el foco en habilidades de supervivencia, manejo de presiones asistenciales muy altas y habilidades de comunicación con periodistas para visibilizar lo que hay. Llorar en la sala del café o en las redes sociales tal vez nos desahogue un poco pero si no llegamos a los telediarios pocos se enterarán. Y aun así seguramente no pase nada.
Esa indefensión es probablemente lo peor, tener la certeza de que ningún político se atreverá a reformular el Sistema Sanitario. Parches seguirán poniendo pero de poco servirán con la estructura funcional y humana tan herida. La Sanidad seguirá involucionando a una Sanidad de mínimos tipo Beneficencia mientras las clases medias huyen a servicios privados sin tanta demora. Las altas hace tiempo que se fueron.
Y ¿qué hacemos con la turba de gente con enfermedades y problemas que espera en la puerta?, ¿qué les decimos a todos esos hambrientos que llevan tanto tiempo siguiéndonos? Alguien bueno en su día aconsejó “dadles vosotros de comer” pero no es fácil cuando uno mismo tiene hambre y la muchedumbre es tan numerosa.
Cifrarlo todo a la conciencia de cada cual es arriesgado. La filosofía personal, los valores profesionales y las creencias flaquean cuando a uno lo someten a tormento. Y créanme, llegar a casa hecho fosfatina y tirarse en el sofá a lamerse las heridas es tónica bastante general. Nadie aguanta la tortura mucho tiempo, nadie.
Como ven he fracasado a la hora de proponerles una nueva narrativa. Me he centrado en contar lo que hay y es evidente que no pinta nada bien. Quedémonos con eso, con tratar de ver lo que tenemos delante. Solo si lo vemos como colectivo podremos dar una respuesta como colectivo. Y de momento, por increíble que parezca, seguimos completamente ciegos. Ninguna sociedad científica, colegio profesional o sindicato ha dicho nada nuevo. No es posible sin ver la profundidad de la herida y la gravedad del cuadro. Quedarnos en quejas múltiples o requerimientos superficiales no sirve de mucho cuando al paciente lo tenemos completamente desangrado.
Ponernos de acuerdo para organizar un sepelio digno y enterrar de una vez un cadáver que ya hiede tal vez sea lo más sensato en este momento, por lo menos nos libraremos del mal olor. Y así poder aceptar que hemos pasado de ser especialistas en medicina familiar y comunitaria a médicos generales. Que hemos pasado de una Atención Primaria de salud a una medicina de Beneficiencia donde cada cual hará lo que pueda sabiendo que ese es el objetivo real y no los contratos programas, carteras de servicios, comisiones, planes de mejora y libros blancos que hace mucho tiempo son papel mojado."
La realidad diaria del mundo de la enfermería y de las personas que trabajan en esas circustancias hace que, de alguna manera, la calidad también baja. Están en el límite y, como bien dice Casado, muchos tienen una relación muerta.
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