Barcelona se convertirá en un laboratorio gigante a través de la experimentación en sus calles

El Ayuntamiento impulsa una ordenanza pionera que permitirá realizar ensayos tecnológicos y sociales en espacios reales, tanto físicos como digitales

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La capital catalana se prepara para recibir proyectos innovadores que podrían transformar la ciudad. Foto: Europa Press

 

Barcelona da un paso firme hacia el futuro con una medida que pretende situar a la ciudad como un referente en innovación urbana. El consistorio ha presentado una nueva ordenanza que permitirá poner a prueba proyectos experimentales en entornos reales, facilitando así la validación de soluciones tecnológicas, sociales o medioambientales que puedan mejorar la gestión municipal.

La iniciativa, bautizada como Ordenanza de los Espacios de Experimentación Urbana, busca establecer un marco normativo claro para que los ensayos se desarrollen con garantías y agilidad, sin que la actual normativa municipal suponga un obstáculo para la creatividad y la innovación.

 

Un laboratorio urbano a escala real

La propuesta, que se llevará a votación inicial en la próxima Comisión de Ecología, Urbanismo, Movilidad y Vivienda del mes de noviembre, contempla la creación de zonas delimitadas en las que se podrán relajar ciertas normativas municipales para probar ideas que, de otro modo, no podrían desarrollarse.

Laia Bonet, teniente de alcaldía, presentó el proyecto en un acto celebrado en el emblemático Saló de Cent, arropada por más de un centenar de representantes del ecosistema innovador de Barcelona, entre ellos universidades, centros de investigación y empresas tecnológicas. Bonet subrayó que esta ordenanza tiene el potencial de transformar Barcelona en un auténtico laboratorio al aire libre, donde se puedan explorar nuevas respuestas a desafíos urbanos tan urgentes como la emergencia climática, la movilidad sostenible o la falta de vivienda asequible.

 

¿Qué es un espacio de experimentación?

La ordenanza recoge varias modalidades de entornos de prueba reconocidas por la Unión Europea, como los ‘sandbox’, los ‘test bed’ y los ‘living labs’.

 

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Los proyectos de innovación se probarán en las calles de la ciudad. Foto: Europa Press

 

Un ‘sandbox’ urbano, por ejemplo, es un espacio seguro y controlado en el que se pueden experimentar nuevas tecnologías o modelos de negocio sin poner en riesgo a la ciudadanía ni al entorno. En Barcelona, estos espacios podrían ser tan diversos como una calle, un edificio público, un polideportivo o un gran evento, desde un festival musical hasta una fiesta mayor.

La ordenanza no solo define qué se entiende por espacio de prueba, sino que también establece los criterios de acceso, el grado de madurez tecnológica requerido, las fases administrativas, y los roles y responsabilidades de cada agente implicado. Además, se incluye un catálogo de activos urbanos disponibles para la experimentación y los mecanismos para evaluar los resultados y transferir el conocimiento generado a la administración municipal.

 

Innovación con retorno social

Uno de los objetivos clave del nuevo marco regulador es garantizar que la innovación tenga un impacto positivo real en la vida de los ciudadanos. Para ello, se exigirá que los proyectos presentados tengan un componente transformador y estén alineados con los retos estratégicos de la ciudad.

Esta iniciativa refuerza la vocación de Barcelona como ciudad pionera en el uso de la tecnología y la innovación para el bien común. Bonet animó a los actores del ecosistema local a “probar y hacer suya esta ordenanza”, convencida de que será una herramienta útil para acelerar el desarrollo de soluciones aplicables en el día a día.

 

Una ciudad más ágil y preparada para el futuro

Con esta normativa, el Ayuntamiento busca agilizar los procedimientos administrativos que normalmente suponen una barrera para llevar a cabo pruebas piloto en espacios públicos. Al mismo tiempo, se establece un sistema claro de responsabilidades y evaluación, con el fin de asegurar que cada proyecto cumpla con sus objetivos sin comprometer la seguridad ni el bienestar de la ciudadanía.

Barcelona se posiciona así como una de las primeras ciudades del Estado en adoptar un enfoque tan amplio y estructurado para la experimentación urbana. Una iniciativa que, si logra consolidarse, podría marcar un antes y un después en la forma en que se testean y aplican nuevas ideas para construir una ciudad más resiliente, eficiente y humana.

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