Barcelona lanza un plan histórico para mejorar la vida de las personas mayores

El Ayuntamiento impulsa un compromiso pionero para adaptar la capital catalana al envejecimiento de su población. El documento recoge ocho ejes estratégicos inspirados en la propuesta de la OMS.

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Archivo - Una persona mayor camina por la calle ayudada por un bastón
Una persona mayor camina por la calle ayudada por un bastón - Marta Fernández - Europa Press - Archivo

 

Barcelona ha dado un paso significativo hacia la creación de un modelo urbano inclusivo. El Consell Assessor de la Gent Gran (CAGG) ha hecho público el documento “Compromís Barcelona amigable amb les persones grans”, concebido como un pacto transversal para responder a las necesidades del envejecimiento poblacional. El proyecto no se limita a un listado de intenciones: pretende convertirse en una herramienta de cooperación real entre administraciones, entidades sociales e instituciones, con el propósito de construir lo que el propio consistorio denomina “una ciudad para todas las edades”.

 

El desafío demográfico que lo impulsa

Los datos demográficos ofrecen un horizonte inequívoco. En pocos años, una de cada tres personas en Barcelona superará los sesenta años. Esta transformación no es un hecho marginal, sino un cambio estructural que obligará a revisar la manera en que la ciudad concibe sus espacios, su movilidad y sus servicios públicos. El Ayuntamiento lo reconoce en el comunicado de presentación del plan: “Hay que actuar para modificar los entornos físicos y adaptarlos a la población”.

El compromiso parte de la constatación de que no basta con gestionar el envejecimiento como un reto asistencial, sino que debe abordarse como un cambio profundo en la vida urbana, que afectará tanto a la organización de los barrios como a la oferta cultural, sanitaria y social.

 

Los ejes estratégicos del plan

El documento no nace en el vacío, sino que se inspira en la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, promovida por la Organización Mundial de la Salud, de la que Barcelona forma parte desde 2011. A partir de ese marco, se han establecido líneas de acción que abarcan los derechos y la lucha contra el edadismo, el transporte y la movilidad, la configuración de los espacios públicos, la vida cultural y la formación continua, la salud y los cuidados, así como la vivienda y las condiciones de vida.

El objetivo es garantizar que todas estas dimensiones estén interconectadas, porque solo así se podrá asegurar que las personas mayores mantengan su autonomía y se sientan parte activa de la vida colectiva. El texto insiste en que la participación directa de este colectivo será esencial para diseñar las políticas, de manera que no se hable de ellos sin contar con ellos.

 

Medidas para un cambio tangible

El Consell Assessor de la Gent Gran plantea propuestas que buscan transformar de forma concreta la experiencia de quienes viven en la ciudad. Entre ellas se incluye la creación de una red de transporte público accesible en su totalidad, la garantía de espacios y equipamientos con diversidad de usos, la atención a la salud con perspectiva de equidad y la mejora de las condiciones de vida en las viviendas. También subraya la necesidad de contener los efectos de la “turistificación” en los barrios, fenómeno que amenaza con expulsar a los residentes de sus entornos cotidianos.

No se trata, por tanto, de una declaración de principios, sino de un compromiso operativo que exigirá recursos y coordinación interinstitucional.

 

Una ciudad que mira hacia el futuro

La publicación de este documento marca un punto de inflexión en la política municipal. El Ayuntamiento pretende que la iniciativa no quede reducida a un ejercicio de planificación, sino que se convierta en un marco de referencia estable para los próximos años. En palabras de los impulsores, el reto es lograr que Barcelona sea reconocida como un entorno donde envejecer no sea sinónimo de aislamiento o limitaciones, sino de participación plena.

La ambición del proyecto es clara: convertir a la capital catalana en un referente internacional en la forma de integrar el envejecimiento en la vida urbana. La reapropiación del espacio público, la movilidad inclusiva y el derecho a una vivienda digna se configuran así como piezas esenciales de una ciudad que asume, con determinación, que su futuro pasa inevitablemente por ser amigable con todas las edades.

 

 

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