“Tu Airbnb era mi casa”: el grafiti viral en Barcelona que muestra la cara oculta del turismo masivo

El mensaje pintado en una pared refleja la frustración de miles de ciudadanos que ya no pueden pagar el alquiler por culpa de Airbnb y los pisos turísticos ilegales.

La crisis del alquiler en Barcelona ha encontrado en un simple grafiti una de sus expresiones más crudas. Mientras el número de pisos turísticos ilegales crece sin freno en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia o Mallorca, los vecinos denuncian que están siendo expulsados de los barrios donde han vivido toda su vida.

En las últimas horas, un grafiti viral se ha convertido en el nuevo símbolo de esta lucha. En una pared del centro de Barcelona puede leerse el demoledor mensaje en inglés: “Your Airbnb was my home” (“Tu Airbnb era mi casa”).

La cuenta Radical Graffiti (@GraffitiRadical) lo compartió en X (antes Twitter), donde la imagen ha superado las 1,1 millones de reproducciones y 72.000 me gusta. Para muchos usuarios, se trata de un grito visual contra la especulación inmobiliaria que está transformando los centros urbanos en auténticos parques temáticos para turistas.

El trasfondo es cada vez más dramático: miles de vecinos han tenido que abandonar sus hogares porque los propietarios prefieren destinar los pisos al turismo, donde las ganancias son mucho mayores. Como consecuencia, los alquileres locales se han disparado hasta niveles inalcanzables para la mayoría de familias trabajadoras.

El fenómeno no solo vacía las ciudades de residentes, también acaba con el comercio de proximidad y rompe el tejido social de barrios enteros, que se convierten en escaparates turísticos sin vida real.

A pesar de las restricciones anunciadas, los datos demuestran que Airbnb y otras plataformas siguen operando con miles de pisos ilegales. Mientras tanto, los gobiernos locales enfrentan cada vez mayor presión para aplicar medidas urgentes que devuelvan estas viviendas al mercado residencial.

👉 Ese grafiti en Barcelona no es una pintada más: es el reflejo del drama de miles de familias. Y la pregunta ya no es si debemos actuar, sino cuánto más tardaremos en recuperar las ciudades para sus propios vecinos.