Charlene y Alberto de Mónaco presiden con elegancia la gala benéfica de la Cruz Roja
Durante la gala el príncipe Alberto, por su parte, lució impecable en esmoquin
El glamour y la solidaridad se dieron cita una vez más en el corazón del Principado de Mónaco con la celebración de la tradicional gala benéfica de la Cruz Roja. El evento, presidido por el príncipe Alberto II y la princesa Charlene, volvió a reunir a la alta sociedad monegasca en un escenario inmejorable: la Plaza del Casino de Montecarlo.
Esta emblemática cita, fundada en 1948 por el príncipe Rainiero y la inolvidable Grace Kelly, no solo destaca por su carácter solidario, sino también por ser una pasarela de elegancia y sofisticación. La velada de este año no fue la excepción.
Charlene de Mónaco, vicepresidenta de la Cruz Roja monegasca, deslumbró con un vestido blanco perla de inspiración minimalista, con escote Bardot y cinturón dorado, una creación que realzaba su figura con sobriedad y estilo. La princesa completó su look con un clutch metálico, sandalias a juego y joyas en oro con motivos de mariposa, reafirmando su habitual apuesta por la discreción refinada.
El príncipe Alberto, por su parte, lució impecable en esmoquin y compartió numerosos gestos de complicidad con su esposa a lo largo de la noche, consolidando la imagen de unidad del matrimonio principesco.
Entre los asistentes también se encontraba Camille Gottlieb, sobrina de Charlene e hija de la princesa Estefanía, que recientemente celebró su cumpleaños y no quiso perderse esta noche tan especial.
Uno de los momentos más esperados de la gala fue la actuación de Alicia Keys, quien ofreció un exclusivo concierto ante los invitados. Es la tercera vez que la artista estadounidense participa en este evento como embajadora musical, consolidando su vínculo con la causa humanitaria del principado.
La gala, además de ser uno de los eventos sociales más destacados del calendario monegasco, cumple una labor crucial: recaudar fondos para la Cruz Roja de Mónaco, que impulsa proyectos de ayuda humanitaria tanto a nivel local como internacional.
Una noche mágica que volvió a demostrar que en Mónaco la elegancia y la filantropía caminan de la mano.
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