“Edipo a través de las llamas”, del Festival de Mérida al Teatre Romea
Reseña teatral de la obra que ha escrito Paco Bezerra y dirigió Luis Luque
Algo menos de media entrada en la platea del Teatro Romea y es domingo, un detalle que nos deja de producirnos cierta sorpresa porque la propuesta parece interesante: Edipo a través de las llamas, una recreación de la legendaria leyenda griega que ha escrito Paco Bezerra y dirigió Luis Luque para el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en colaboración con el Teatro Español.
Meter mano en la mitología antigua, las leyendas ancestrales y los clásicos constituye siempre una tarea arriesgada y aunque la firma de Paco Bezerra viene avalada por un currículo en el que no faltan los premios, entre ellos uno nacional de literatura dramática, haberse atrevido nada menos que con la historia de Edipo, tan manipulada a lo largo de los siglos, era todo un reto. Rápidamente comprobamos que el autor ha interpretado el esquema argumental clásico con plena liberalidad y un profundo sentido poético. Utiliza para ello un lenguaje perfectamente comprensible, pero cargado de trágico lirismo y en cuyo desarrollo va desgranando, como quien no quiere la cosa, pensamientos y frases lapidarias que, más allá de la peripecia del protagonista, inducen al espectador a pensar. No es la de menos enjundia la que inserta en mitad del texto y repite al final y dice que "se puede huir de un pueblo, de una ciudad o de un país, pero no de uno mismo". Esta y no otra es la maldición de Edipo… y la de todos los seres humanos.
Aunque para los textos clásicos, siempre difíciles de interpretar, los directores suelen preferir intérpretes curtidos, Luis Luque, director de la función, ha asumido otro riesgo: hacerlo con un elenco formado en casi su totalidad por profesionales muy jóvenes. Con excelente resultado, todo hay que decirlo. En los roles principales destacan Alejo Saura como Edipo y Mina el Hamanni como Yocasta. Tanto ellos, como el resto del reparto, actúan con medida meticulosidad, dicción impecable y tono perfectamente perceptible (y si algún espectador sufriese cualquier problema de deficiencia auditiva, el Romea dispone de una adecuada transcripción del texto en pantalla luminosa) Únase a ello el delicado y coreográfico movimiento de los actuantes sobre el escenario, aspectoidel que ha cuidado, como si de un ballet se tratara, Sharon Fridman.
La acción, pausada, se desenvuelve sin más elemento escenográfico que una pantalla sobre la que interactúan los efectos de luz, obra de Juan Gómez-Cornejo, y la presencia, por delante o por detrás, de los intérpretes, cuyo movimiento queda aderezado en los momentos pertinentes por la música a tal efectoescrita por Mariano Marín.
Edipo a través de las llamas es una obra pletórica de claves y sugerencias, a la que el espectador debe enfrentarse con espíritu abierto para tratar de interpretarla, pero, sobre todo, para disfrutar de un texto aparentemente ligero y en realidad denso, traducido teatralmente con una dramaturgia mucho más compleja de lo que aparenta y que constituye además una ocasión inmejorable para el disfrute de los sentidos. Es, por todo ello, una de esas raras ocasiones en las que una platea debería estar llena hasta la bandera.
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