'Els homes són de Mart i les dones de Venus' regresa en su novena temporada (La 9 del Bosque)
Reseña del reestreno de la obra, largamente representada en la ciudad
Els homes són de Mart i les dones de Venus fue originariamente un libro de John Gray que Paul Dewandre transformó en lenguaje teatral y que llegó a Barcelona hace ochos años, habiéndose representado en reiteradas ocasiones y en diferentes locales (Poliorama, Principal, Club Capitol, Aquarel·la) para recalar finalmente en La 9 del Bosque, es decir una de las salas del multicines de la Rambla del Prat reconvertida en espacio escénico. En realidad, podemos decir sin temor a equivocarnos que se trata de un monólogo o de una conferencia dramatizada que tiene como tema argumental una cuestión tan importante como las relaciones de pareja entre uno y otro sexo.
Si hay algo que está cambiando -o ha cambiado ya- copernicanamente en lo que llevamos de siglo XXI y en nuestro universo cultural es precisamente las relaciones de pareja. En primer lugar, porque se han desdibujado los roles que hasta ayer mismo se adjudicaban a cada uno de los miembros de la misma. Pero además porque ahora, cuando hablamos de este tipo de relaciones, no podemos dar por supuesto que son exclusivamente las formadas por dos individuos de distinto sexo, puesto que las hay del mismo y no sólo con parecidos convencionalismos sociales, sino incluso además con idénticos vínculos jurídicos. Pero es que a mayor abundamiento, los roles ya no son exclusivos de uno u otro sexo, sino cada vez más compartidos y por ende, el papel de cada cual queda mucho más desdibujado y/o compartido. Hacemos esta precisión porque de alguna manera la visión que Gray/Dewandre dieron de esta relación ha experimentado variaciones posiblemente sustanciales, pero en todo caso numerosas.
Resulta, eso sí, aconsejable, ir a ver Els homes són de Mart i les dones de Venus con la otra media naranja porque pese a todas las variaciones experimentadas, muchos de los supuestos, conductas y actitudes pueden seguir ser percibidos desde la memoria y la experiencia propias. Y como los autores no pretendieron hacer de ello un drama sino, muy al contrario, una sátira, el texto original y la dramaturgia resultante acentúan el carácter cómico de las situaciones con el fin de provocar la risa relajada.
Jordi Martínez fue el protagonista de este monólogo en su estreno que dirigió Paco Mir, pero luego tomó el relevo Jordi Díaz, que es quien encarna al profesor conferenciante en esta última versión de la obra. Lo hace con buen dominio de la escena y establece de inmediato puentes de complicidad con los espectadores, aunque puesto a hacerle una pequeña observación apuntaríamos que en algunos momentos utiliza un tono de voz excesivamente bajo lo que, unido a la velocidad que imprime al lenguaje verbal, hace que no siempre sea audible todo lo que dice. Por otra parte, y a diferencia de montajes anteriores, no hay elementos escenográficos, sino recursos visuales sobre pantalla, puesto que, en definitiva estamos en lo que no ha dejado de ser una sala de cine.
Una cosa final: resulta gratificante ver como poco a poco se sigue produciendo un trasvase en la actividad de ciertos locales que originariamente fueron teatros para ser reconvertidos posteriormente en cines, pero que viven ahora mismo una nueva transformación en sentido inverso. Algo que la empresa Balañá ha llevado a cabo en varias de sus salas.
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