“Llenos de vida”, un canto a la diversidad en el amor (Sala Fénix)

El encuentro entre un adolescente de ciudad con otro de pueblo hace que surja entre ambos una íntima relación que no tiene cabida en una comunidad rural anclada en los prejuicios

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Llenos de vida
Llenos de vida

 

La normalización legal del homoerotismo en España no siempre ha ido pareja con la aceptación social de la diversidad sexual. Es éste en ámbito en el que las cosas se han producido al revés de lo que ocurre habitualmente: en lugar de ser la norma jurídica la que acaba reconociendo una realidad social, ha sido aquella la que ha tratado de normalizar esta última, no siempre con fortuna. Ejemplos de ello los tenemos con desafortunada reiteración en los medios de comunicación social en forma de noticias sobre agresiones homófobas ocurridas en un lugar u otro de la piel de toro.  Sergio Mora Montserrat y Ángela Palacios denuncian esta situación en una pieza teatral en forma de monólogo de estimable valor titulada “Llenos de vida” que se presenta en la Sala Fénix de la calle Riereta.

Proponen los autores un encuentro producido en cierto pueblo imaginario -Palomar del Rey- entre un adolescente llegado de la ciudad para pasar las vacaciones de verano en casa de su abuela con un homólogo de la misma edad, pero campesino, tachado por sus convecinos de “rarito”. Surge entre ambos -Jaume y Alex- una amistad que va adquiriendo paulatina intimidad hasta culminar en una relación plena que trata de materializarse en el contexto de un ambiente claramente discriminatorio y adverso, lo que acaba haciendo imposible la continuidad y separando sus respectivos destinos. 

Esta trama argumental se ha escrito en forma de monólogo dialogado, lo que parece una contradicción, pero no es tal. Porque lo que ocurre es que el único actor, el propio Sergio Mora, interpreta ambos papeles, además de alguno otro correspondiente a cualquier de los demás personajes que aparecen en el desarrollo de la acción dramática. Quiere ello decir que su trabajo actoral es muy estimable pues tiene que cambar de registro una y otra vez y debe hacerlo de forma verosímil, objetivo que creemos consigue plenamente, aunque no sin esfuerzo, acentuando en cada momento los matices propios del personaje al que da vida. 

Quizá llame un poco la atención que los autores hayan atribuido la modernidad del pensamiento al muchacho rural, cuando parecería más lógico que la hubiera traído el chico de ciudad, o que el espectador se pregunte porqué aquél desaparece a tan temprana edad sin razón alguna que parezca justificarlo, pero habida cuenta su plena libertad creativa puede que sean dos interrogantes ociosos e irrelevantes, que apuntamos a título de anécdota. 

Nos dicen que esta obra “visibilitza l’amor dissident i es reflexiona sobre el dolor i el rebuig que sofreix el col·lectiu LGTBIQA+, així com la salut mental com a conseqüència d’experiències traumàtiques”. Es, además, un trabajo muy personal de Mora y Palacios en el que entre ambos se reparten, a veces en pareja, otras individualmente, autoría, dirección, interpretación, espacio sonoro, escenografía, vestuario, diseño de iluminación e incluso fotografía y cartel. Vamos, un extenuante quehacer creativo que valora aún más el resultado. 
 

1 Comentarios

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He tenido la suerte de disfrutar de esta obra y es admirable el trabajo que hay detrás, como con un solo intérprete puede llegar y llenar de tanto sentimiento y emoción con una trama que atrapa de principio a fin.

escrito por Paula 03/ene/25    19:33

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