“Mesures extraordinàries”: humor negro en torno a lo caro que cuesta morirse (Borrás)

Leía hace unos días el comentario de algún coetáneo de parecida edad a la mía que recordaba que la nuestra fue una generación tuvo dos cargas económicas ineludibles: la letra de cambio con la que pagábamos los plazos del piso que habíamos comprado y la cuota de la compañía del seguro funerario. Hubo -y quizá todavía hay- quien se pasó la vida anticipando los gastos de su futura inhumación. En todo caso y como saben muy bien los familiares que han tenido que dar sepultura a un deudo, una previsión muy prudente habida cuenta que las anteriormente llamadas “pompas fúnebres” suelen salir tan caras o más que una boda de postín. En una palabra, en este país no es nada barato morirse, aunque todavía quedan dos recursos para eludir esta carga económica. Uno, antiquísimo, pero infamante: la fosa común. Otro, contemporáneo, pero mucho más elegante: la donación del cuerpo para la ciencia.

Pero dejando de lado estas dos opciones, todas las demás cuestan dinero. Y a veces no todo el mundo dispone la liquidez necesaria. Una coyuntura que Carmen Marfà y Yago Alonso se tomaron a beneficio de inventario para escribir “Mesures extraordinàries”, una comedia de humor negro sobre cierta familia que se encuentra en apuros para enterrar dignamente al padre/abuelo y tiene que poner en juego para ello su imaginación. Como cabe suponer, se trata de trama disparatada y poco verosímil, pero que los autores utilizan con habilidad para suscitar el casto y honesto entretenimiento de unos espectadores dispuestos a divertirse, reír o sonreírse, según los casos.

Mercè Arànega, Francesc Ferrer y Mia Sala-Pau son los tres representantes de la sucesivas generaciones en torno a las que gira el eje de este juguete cómico en el que se desenvuelven con naturalidad utilizando un escenario movible que pasa de ser el saloncito del domicilio familiar a una de las alas de panteones del camposanto. 

“Mesures extraordinàries” encuentra de nuevo su acomodo en el mismo Borrás en el que se estrenó esta comedia hace cinco años, pocos días antes que, con la llegada de la pandemia, nos recluyeran en casa y el local de la plaza del Obispo Urquinaona, como todos los teatros y demás locales de esparcimiento, tuvieron que cerrar sus puertas.