“Bipolar”, una apología de la inclusión social de Jordi Troguet (Aquitania)
Un curioso espectáculo a caballo entre el monólogo y el ilusionismo
Hubo un tiempo en que los profesionales del teatro tenían que hacer de todo. En primerísimo lugar de actores o actrices, muy probablemente también de directores, a veces también de autores, cuando no iban de feria en feria montando una estructura portátil para hacer posible llevar el espectáculo por todos los rincones de la geografía española. Pero ahora mismo cada una de esas tareas es propia de un especialidad profesional y aunque hay quienes comparten accidentalmente dos o más de ellas, no la suelen simultanear. Jordi Troguet es una excepción porque en “Bipolar”, que tal es el título de la obra que ha presentado en el teatro Aquitania, es el autor, intérprete casi único y director.
Dice Troguet que “Bipolar” es “una obra de teatro donde hay una conexión permanente entre los protagonistas y el público. Ya sea en el ámbito moral (el espectador se siente identificado con los miedos, inseguridades y muchos otros estados de ánimo del protagonista), como en el ámbito físico y presencial (el espectador forma parte del espectáculo interactuando en algunos efectos de ilusionismo mentalismo y telequinesis). Todo un conjunto de elementos, sensaciones y emociones que hará que los espectadores estén enganchados desde el primer minuto”.
No nos quedó muy claro si la realidad respondía exactamente a dicho propósito. De hecho nos pareció más bien un texto dramático cuyo nervio central es un monólogo cuyo planteamiento de la bipolaridad parece superficial y poco riguroso. En todo caso, desarrollado en forma de pantomima escrita para suscitar la hilaridad del público y como un monólogo que a media función se transforma sin venir demasiado a cuento en espectáculo de ilusionismo. Momento en que, todo hay que decirlo, adquiere mayor interés, para finalizar con un corto diálogo compartido con Margarida Troguet (todo queda en la familia) de carácter más didáctico y discursivo.
En su conjunto, un espectáculo inclasificable que quizá no es exactamente lo que pretendió Troguet aunque con seguridad no por falta de voluntad.
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