Adiós a Manolo el del Bombo, alma de la afición española y un icono del fútbol popular
El mundo del fútbol se tiñe de luto por la pérdida de Manuel Cáceres Artesero, el seguidor más emblemático de la selección española, que ha fallecido este jueves a los 76 años en Vila-real. Conocido en todas partes como Manolo el del Bombo, fue mucho más que un aficionado: se convirtió en un símbolo social, cultural y emocional del fútbol vivido desde las gradas
Una vida al ritmo del bombo
Nacido en San Carlos del Valle (Ciudad Real) el 15 de enero de 1949, Manolo construyó su leyenda a base de kilómetros, sacrificios y una pasión desbordante por La Roja. Criado en Huesca, fue allí donde comenzó su labor de animación, que lo llevaría a convertirse en una presencia constante en los grandes torneos internacionales. Desde el Mundial de 1982 —el primero que se disputó en España— hasta el de Rusia 2018, Manolo estuvo allí, animando sin descanso, con su inseparable bombo, en ocho Eurocopas y diez Mundiales.
A pesar de las dificultades, se mantuvo fiel a la selección hasta que las circunstancias ya no se lo permitieron. En el Mundial de Catar 2022 no pudo asistir por falta de recursos. La RFEF le ofreció vuelos y entradas, pero no alojamiento, un requisito indispensable para entrar al país. “Me enfadé mucho. Ya llevaba diez, con ese habrían sido once”, lamentaba.
Su última aparición: Mestalla, marzo de 2024
El pasado 23 de marzo, Manolo volvió a las gradas para animar a España en un partido contra los Países Bajos en Mestalla, en el que la selección se clasificó para la Final Four de la Nations League. Aquella noche, su presencia no pasó desapercibida. Muchos lo reconocieron y saludaron, conscientes de que podría ser una de las últimas ocasiones para verlo en activo. Y así fue.
Un símbolo más allá de La Roja: su vínculo con el fútbol catalán
A pesar de estar identificado con la selección española, Manolo también tuvo un capítulo significativo en Cataluña. El Espanyol lo contrató para animar al equipo durante la Copa de la UEFA 1987-88, una de las campañas más épicas del club blanquiazul, que terminó con una dramática final ante el Bayer Leverkusen. Manolo y su bombo acompañaron al equipo en las semifinales contra el Brujas y en la final perdida a doble partido, dejando huella entre la afición perica.
Además, participó en un anuncio junto a Joan Casals, el Avi del Barça, otro icono del fútbol popular catalán, fallecido en febrero de este mismo año. Juntos simbolizaban una rivalidad vivida con respeto, el folclore del fútbol vivido desde la pasión.
El declive y la resistencia
Con los años, Manolo tuvo que afrontar problemas económicos y de salud. En 2020 cerró su mítico bar “Tu museo deportivo” en Valencia, tras décadas siendo un punto de encuentro para aficionados. En declaraciones recientes, confesaba que vivía una situación económica “muy mala”, pero que no había perdido el amor por el fútbol. Falleció este jueves en el Hospital de Vila-real tras días ingresado por problemas respiratorios.
El homenaje de un país
Su fallecimiento ha conmocionado al mundo del fútbol, que siempre lo consideró una figura querida, cercana y auténtica. No jugó ningún partido, pero estuvo presente en todos. No marcó ningún gol, pero hizo vibrar a miles. Con su bombo, su camiseta de La Roja y una sonrisa indestructible, Manolo el del Bombo se convirtió en una leyenda, un icono del fútbol popular, de la pasión desinteresada y del amor puro por unos colores.
Hoy, el fútbol pierde una voz, un latido, un ritmo. Pero gana una leyenda eterna. Y desde ahora, donde esté, seguro que seguirá golpeando su bombo para animar a la selección… desde el cielo.
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