Fernando Alonso, atrapado en el fondo de la parrilla con un Aston Martin sin rumbo

Fernando Alonso vivió en el Gran Premio de Miami una nueva jornada amarga en esta complicada temporada 2025. Lejos de la brillantez del pasado año, el bicampeón del mundo se enfrenta a una dura realidad: el AMR25 de Aston Martin no está a la altura de la competición. Sin opciones reales de luchar por puntos, el asturiano terminó de nuevo fuera del top 10 y con la resignación en el rostro.

Al concluir la carrera, Alonso se quedó mirando su monoplaza con gesto serio. Esperó a que su compañero Lance Stroll también bajara del coche para intercambiar unas palabras. Esa escena, breve pero reveladora, retrató a la perfección el momento que atraviesa el equipo: frustración, impotencia y la sensación de haber retrocedido más de un paso respecto a 2023.

Un coche sin ritmo y sin respuestas

“No me afecta. Son 24 carreras y lo normal es no puntuar”, declaró Alonso ante los micrófonos de DAZN F1. Sus palabras, tan sinceras como desalentadoras, reflejan la crudeza de su situación. En Miami, el Aston Martin fue superado incluso por el Sauber de Nico Hülkenberg, y el ritmo general volvió a evidenciarse muy por debajo de los equipos de cabeza.

El asturiano defendió su actitud y compromiso. “No estoy cansado. Si lo estuviera, no habría entrado en la SQ3 hace unos días. Cuando terminé 11º en Japón dije que fue una de mis mejores carreras y muchos no lo entendieron. Pero es que eso es lo máximo a lo que podemos aspirar ahora mismo”, añadió con realismo.

Fallos acumulados y pocas oportunidades

Los errores también han lastrado al equipo en las pocas ocasiones que han tenido opciones. Alonso explicó que de tres momentos propicios que han tenido este año, en todos ellos algo salió mal. “En una carrera toqué la grava, en otra se me quemaron los frenos y en el sprint de Miami tuvimos un problema con los neumáticos. Fallamos en las pocas oportunidades que tuvimos”, lamentó.

La diferencia de rendimiento con respecto al coche del año pasado es abismal. En vueltas rápidas, por ejemplo, el piloto ha visto cómo sus registros han empeorado notablemente. “Ni rozando la perfección podríamos puntuar”, sentenció con crudeza.

Esperanza a largo plazo, pero sin plazos claros

Alonso pide a gritos una evolución del monoplaza. “Ojalá demos un paso adelante, porque es urgente. No sé cuándo llegarán las mejoras, pero todos los equipos avanzan. Queremos mejorar como equipo y no fallar cuando se nos presente una nueva oportunidad”, explicó, dejando claro que no bajará los brazos, aunque sabe que los resultados dependerán más del coche que de su talento al volante.

En Miami, además del problema en el sprint, Alonso también sufrió un trompo durante la carrera. Aunque pudo reincorporarse sin perder demasiadas posiciones, el incidente simbolizó un fin de semana más para el olvido.

Una temporada muy cuesta arriba

La paciencia tiene un límite, incluso para un piloto con la trayectoria y el carácter competitivo de Fernando Alonso. El contador de puntos sigue estancado y el horizonte no ofrece muchas certezas. Lo que sí queda claro es que, mientras el coche no acompañe, el bicampeón mundial seguirá peleando contra un enemigo inesperado: la impotencia mecánica.

Con 24 carreras por delante, queda mucha temporada por recorrer. Pero para Alonso, cada gran premio se está convirtiendo en un desafío de resistencia emocional tanto como deportiva. Y por ahora, el podio parece un espejismo lejano.