Con un empate 2-2 tras 120 minutos intensos, la tanda de penaltis coronó a Portugal como bicampeona del torneo, gracias al fallo de Álvaro Morata y al acierto de Rubén Neves.
El inicio de un combate sin reservas
La final comenzó con una declaración de intenciones de ambos equipos: jugar al ataque. Martín Zubimendi abrió el marcador en el minuto 21 tras una jugada coral que inició Oyarzabal con un taconazo y que culminó el donostiarra con inteligencia. Solo cinco minutos después, Nuno Mendes, elegido MVP del partido, respondió con un golazo ajustado al palo, imparable para Unai Simón.
España, que dominaba la posesión (60%) y mostraba más iniciativa ofensiva, volvió a golpear antes del descanso con una jugada que simboliza su fútbol: pase filtrado de Pedri y definición precisa de Oyarzabal (minuto 44). Parecía que el campeón de la Eurocopa 2024 iba encaminado hacia el triplete, pero Cristiano Ronaldo, el eterno capitán luso, tenía otros planes.
Cristiano iguala y lleva el partido a la prórroga
A sus 40 años, Cristiano apareció en el minuto 60 para aprovechar un balón suelto tras una internada de Mendes y empatar el encuentro. Fue su gol número 175 con la selección, un récord que pareció cerrar el círculo de su carrera internacional en lo más alto. Poco después, los calambres lo obligaron a abandonar el campo, ovacionado por todo el estadio.
La segunda mitad mostró a una España voluntariosa pero menos brillante. Lamine Yamal, opacado por el despliegue físico y táctico de Mendes, no tuvo el impacto esperado y fue sustituido en la prórroga. Isco, recién recuperado para la élite, fue el único que rozó el gol con un disparo a la escuadra que exigió una gran parada de Diogo Costa.
Tensión, drama y un penalti fatal
La prórroga fue un pulso psicológico. España movió el banquillo —entraron Baena, Morata, Porro y Yéremy Pino—, mientras Portugal aguantaba con orden. Hubo empujones, una posible pena máxima sobre Leao sin sancionar y un triste incidente en la grada con el fallecimiento de un espectador, confirmado después por la organización.
La tanda de penaltis fue el clímax del drama. Baena, Merino e Isco marcaron por España. Pero Morata, el capitán, que no jugó en la semifinal y entró en los últimos minutos, falló el cuarto penalti: Diogo Costa adivinó su disparo. Rubén Neves, con frialdad, sentenció la final y desató la euforia portuguesa.
Del triplete soñado al golpe de realidad
España, que venía de conquistar la Nations League 2023 y la Eurocopa 2024, buscaba una triple corona inédita. Luis de la Fuente había dirigido una era dorada con un estilo reconocible, pero el fútbol volvió a mostrar su cara más cruel. Ninguno de los cinco jugadores del Barça que participaron pudo evitar el desenlace. Pedri y Lamine, discretos; Olmo, Fermín, Cubarsí y Gavi, inéditos.
El equipo se marcha de Alemania sin el título pero con la mirada ya en el Mundial 2026. Portugal, por su parte, celebra su segunda Nations League, la consagración de una generación liderada por Cristiano y apuntalada por talentos como Mendes, Vitinha y Bruno Fernandes.
El Allianz, testigo de un relevo simbólico
En la fría noche bávara, la historia hizo justicia poética: el joven Lamine Yamal y el veterano Cristiano Ronaldo compartieron final como símbolos del presente y el pasado. La estrella naciente no pudo brillar como se esperaba. La leyenda, sí. Su gol, su liderazgo y su legado se impusieron. Portugal levantó el trofeo. España, la cabeza.
Escribe tu comentario