La proeza de Dani A. Pich: un navegante ciego completa la vuelta a la Isla de Wight en un barco sin timón
El navegante catalán, impulsor del proyecto YES WE SAIL, demostró que con el protocolo adecuado y el entrenamiento mental "no existen discapacidades, sino capacidades diversas"
El navegante catalán Dani A. Pich ha alcanzado un hito sin precedentes al completar la vuelta a la Isla de Wight (Reino Unido) a bordo de una embarcación sin timón, sin orza ni botavara, gobernada únicamente con el cuerpo y el trimado del palo y la vela. Tras 13 horas y 8 minutos de navegación continua y más de 70 millas náuticas, esta proeza representa mucho más que un logro deportivo: es un avance importante hacia la inclusión real en la náutica.
Esta hazaña forma parte del proyecto YES WE SAIL, fundado por el propio Dani en julio de 2024, que tiene como objetivo desarrollar una herramienta terapéutica integral que promueva la recuperación física y emocional mediante la práctica de la vela ligera adaptada. El proyecto se basa en un protocolo específico para la navegación autónoma de personas con discapacidad visual, combinando sistemas de asistencia que garantizan la seguridad, la capacidad de decisión y la autonomía a bordo.
Para afrontar este desafío, Dani se ha preparado intensamente desde los puntos de vista físico, técnico y psicológico, con el apoyo clave del Servicio de Psicología de la ONCE en el entrenamiento mental y la gestión emocional. A principios de julio, el equipo de YES WE SAIL se trasladó a Cowes, cuna histórica de la vela, para entrenar en un entorno especialmente exigente: vientos fuertes, mareas cambiantes, corrientes intensas y tráfico marítimo.
Entidades locales como el East Cowes Sailing Club fueron fundamentales en la logística y apoyo diario, mientras que figuras destacadas del mundo náutico, como el periodista y regatista Magnus Wheatley y el tres veces ganador de la “Round the Island Race” Simon Rogers, aportaron su guía y soporte durante la travesía.
La salida se produjo a las 08:01 horas del 24 de julio a bordo de su embarcación “Lady”. Dani alcanzó velocidades de hasta 12 nudos y superó tramos especialmente complicados, como The Needles o Bembridge, donde el oleaje intenso y el cansancio exigieron máxima concentración y pericia. Finalmente cruzó la línea de llegada pasada las 21:00 horas, exhausto pero emocionado: “No es solo un desafío deportivo, es la prueba de que no existen discapacidades, sino capacidades diversas”, afirmó Dani tras finalizar la travesía. “Con protocolos adecuados, tecnología y preparación física y mental, todo es posible”.
Este éxito confirma que la autonomía, la toma de decisiones y la seguridad a bordo son alcanzables para cualquier navegante con la formación y herramientas adecuadas, abriendo nuevas puertas para la inclusión en la vela.
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