Josep Borrell alerta sobre el desarme de Europa y ve irreal un gasto militar del 5% del PIB

El expresidente de la diplomacia europea advierte que el continente sigue dependiendo de Estados Unidos y cuestiona la viabilidad de las exigencias de aumento en el gasto militar

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Una Europa vulnerable y sin autonomía militar real. Foto: Europa Press

 

Durante su intervención en la jornada ‘Global Trends 2025’, organizada por AmChamSpain junto a Europa Press, Josep Borrell, presidente del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) y ex alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, lanzó un mensaje directo y sin adornos: Europa se ha desarmado y aún no está preparada para asumir su propia defensa.

El exjefe de la diplomacia europea subrayó que, tras la crisis económica de 2008, muchos países del continente optaron por recortar el gasto militar como parte de las medidas de ajuste. Esta decisión, sumada a la prolongada dependencia de la protección estadounidense desde la Guerra Fría, ha dejado a la Unión Europea con capacidades defensivas mermadas.

“Nos acostumbramos a depender de Estados Unidos. Ahora toca preguntarnos si estamos preparados para garantizar por nosotros mismos la seguridad que antes nos proporcionaban”, expresó Borrell con tono reflexivo.

 

La autonomía estratégica, una meta que aún se ve lejana

Uno de los grandes conceptos que Borrell puso sobre la mesa fue el de la “autonomía estratégica” europea, una idea que, según sus palabras, lleva años en discusión sin llegar a materializarse.

Comparó esta aspiración con la Unión Bancaria Europea, un objetivo largamente deseado pero constantemente postergado. No obstante, las circunstancias geopolíticas actuales, especialmente las tensiones con Rusia y el repliegue estratégico de Estados Unidos hacia el Pacífico, obligan a Europa a replantearse su papel en materia de defensa.

“Tal vez ha llegado el momento de hacer un esfuerzo adicional y dejar de esperar a que otros nos protejan”, afirmó.

 

De Obama a Trump: el mismo mensaje, con diferente tono

Borrell recordó que Barack Obama ya había advertido a Europa sobre la necesidad de asumir una mayor responsabilidad en defensa, aunque lo hizo “de forma educada”. En contraste, Donald Trump planteó la misma demanda, pero “de manera más contundente y menos diplomática”, lo que ha obligado al continente a afrontar la dura realidad de su dependencia militar.

Según Borrell, la urgencia del rearme europeo es ahora evidente, pero los retos financieros y políticos hacen que los objetivos marcados por Estados Unidos resulten difíciles de cumplir.

 

¿Un 5% del PIB en defensa? “Demasiado ambicioso”

Una de las propuestas que se pondrá sobre la mesa en la próxima Cumbre de la OTAN (24 y 25 de junio) será la de que los países europeos dediquen hasta el 5% de su PIB al gasto militar, una cifra que Borrell calificó como desproporcionada e inalcanzable a corto plazo.

“El 2% parece insuficiente, pero el 5% es exagerado. En el contexto actual de las finanzas públicas, es simplemente poco realista”, aseguró.

 

El diplomático también cuestionó el uso de cifras globales para medir el compromiso defensivo de un país. Invertir más dinero no implica necesariamente tener más capacidad, explicó, ya que algunos gastos, como las pensiones militares, computan como gasto en defensa sin mejorar directamente la operatividad de las fuerzas armadas.

 

Un esfuerzo desigual según la percepción del riesgo

En su análisis, Borrell señaló que los países del Este de Europa, como Polonia, están más comprometidos con el aumento del gasto militar porque perciben de forma más cercana la amenaza rusa. En cambio, cuanto más al oeste se va, esa percepción disminuye y, con ella, el esfuerzo presupuestario en defensa.

“Si representamos en un gráfico el gasto militar en función de la distancia a Moscú, obtendremos una correlación casi perfecta: a mayor distancia, menor inversión”, ilustró Borrell, apelando a un análisis empírico del fenómeno.

 

El reto: menos dependencia, más capacidad

En definitiva, Europa se enfrenta al desafío de asumir su propia seguridad, con un equilibrio complejo entre realismo económico y voluntad política. Borrell insiste en que el debate sobre el gasto militar debe ir más allá de las cifras y centrarse en cómo se invierte y con qué objetivos.

En un mundo marcado por la inestabilidad geopolítica, el mensaje es claro: Europa no puede seguir esperando que otros hagan el trabajo por ella. El tiempo de la dependencia podría estar llegando a su fin, y el continente debe prepararse para tomar las riendas de su propia defensa.

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