¿Está en riesgo la fusión BBVA-Sabadell? El banco reconoce posibles obstáculos clave si no logra consolidarse

BBVA alerta sobre el impacto que podría tener la falta de integración con Sabadell en sus previsiones económicas, en plena cuenta atrás para cumplir con las exigencias del Gobierno.

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Archivo - (Foto de ARCHIVO) Fachada de la sede de BBVA, a 31 de julio de 2024, en Madrid (España).
Fachada de la sede de BBVA - Archivo - Europa Press

 

BBVA ha abierto la puerta a un escenario lleno de incertidumbre respecto a la adquisición de Banco Sabadell. En un informe actualizado remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la entidad reconoce por primera vez que, sin una fusión plena, podría perderse “gran parte de los beneficios esperados” de la operación. Este reconocimiento se produce mientras el banco sigue analizando las sinergias de costes que podrían obtenerse durante el periodo en que esté vigente la condición impuesta por el Consejo de Ministros para aprobar la OPA.

Limitaciones temporales: un freno a las sinergias

El Gobierno autorizó en junio la operación, pero con una cláusula crítica: BBVA y Sabadell deben mantener durante al menos tres años —ampliables hasta cinco— estructuras de gestión y balances completamente separados. Esta medida, destinada a preservar la competencia, retrasa la integración total de ambas entidades.

Durante ese tiempo, BBVA solo podrá obtener parcialmente los beneficios derivados de la operación. Tal y como recoge el suplemento al documento de registro universal, el banco está “revisando las sinergias de costes operativos y de financiación que se podrían materializar durante los primeros tres años (o eventualmente, cinco primeros años) como consecuencia de la toma de control de Banco Sabadell”, y señala que habrá sinergias adicionales que solo podrán alcanzarse cuando el Gobierno permita la fusión definitiva.

Un futuro condicionado al visto bueno político

El banco subraya que su objetivo sigue siendo una fusión completa una vez expire la restricción gubernamental. Pero deja claro que para ello necesitará una nueva autorización del titular del Ministerio de Economía en ese momento. Si no obtiene esa aprobación, avisa de que la integración podría convertirse en un proceso “más complejo, largo y costoso de lo previsto”, lo que pondría en peligro los planes estratégicos.

Además, BBVA admite que, si la fusión no llegara a realizarse por cualquier causa, muchos de los ahorros y eficiencias operativas anticipadas podrían quedar en el aire.

Los números detrás del plan

Cuando anunció la OPA, BBVA proyectó 850 millones de euros en sinergias de costes: 450 millones vinculados a tecnología y administración, 300 millones por ahorro de personal y 100 millones relacionados con financiación. No obstante, el nuevo documento matiza que "no puede asegurar que se alcancen algunos o todos los beneficios esperados con la operación", poniendo en duda la totalidad del impacto financiero inicialmente previsto.

En defensa de la operación, el presidente de BBVA, Carlos Torres, declaró en la última junta de accionistas, celebrada en marzo, que “la operación sigue siendo atractiva en el escenario de no fusión. La mayor parte de la sinergia se conseguiría, ya que la mayoría provienen de tecnología, sistemas y otros gastos administrativos generales”.

Obstáculos técnicos y reputacionales

Más allá del componente regulatorio, el informe también apunta a varios riesgos operativos. La integración del personal, la compatibilidad de sistemas informáticos, la coordinación entre centros corporativos o la retención de clientes se citan como potenciales desafíos. La entidad admite incluso la posibilidad de litigios relacionados con el proceso y advierte que “la imposibilidad de liquidar la oferta podría afectar de forma negativa a la reputación de BBVA y generar reacciones adversas en inversores y clientes”.

Una fusión estratégica atrapada en un limbo temporal

La OPA sobre Sabadell continúa, pero el escenario que dibuja BBVA en su comunicación más reciente muestra menos certidumbre que la esperada. Con beneficios condicionados, obstáculos operativos y una fusión aplazada, la operación más ambiciosa del sector financiero español en los últimos años encara una travesía prolongada y repleta de incógnitas.

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