¿El fin de las pensiones? España afronta el tsunami del envejecimiento con la jubilación del ‘baby boom’
Un informe de CaixaBank Research alerta de que el gasto en pensiones alcanzará su pico en 2045-2050 y propone retrasar la jubilación, impulsar la productividad y aumentar la inmigración
España se enfrenta a uno de los mayores desafíos económicos de las próximas décadas: el envejecimiento de la población y su impacto en las pensiones. Según un estudio de CaixaBank Research titulado “Desafíos y políticas en la era de la longevidad”, el país sufrirá una presión mucho mayor que otros estados europeos debido a la generosidad del sistema de pensiones y a que la jubilación del baby boom llegará casi una década más tarde que en el resto de Europa.
El informe advierte de que el gasto en pensiones alcanzará su punto álgido entre 2045 y 2050, coincidiendo con la retirada de esta generación. Para mitigar el impacto, los economistas apuntan a tres palancas clave: aumentar la tasa de empleo de los trabajadores de más edad, retrasar la edad de jubilación y potenciar tanto la productividad como la inmigración.
“Si España lograra alcanzar la tasa de empleo del 65% prevista en Alemania para los mayores en 2050, frente al 60% que se proyecta aquí, el gasto en pensiones podría reducirse en 0,7 puntos del PIB”, explica Javier García-Arenas, economista de CaixaBank Research y coautor del informe, a La Vanguardia.
Otra medida sería elevar la edad de jubilación de los 66,2 años actuales a los 68,2 en 2050, vinculándola al aumento de la esperanza de vida. Esto supondría un ahorro del 0,5% del PIB. “Es una reforma de calado que necesitaría un amplio consenso político”, reconoce García-Arenas.
La Inteligencia Artificial también podría jugar un papel crucial. Según el estudio, su aplicación en la economía aportaría un recorte del gasto en pensiones equivalente a un punto del PIB, aunque persiste la incertidumbre sobre su impacto real.
Finalmente, la inmigración se plantea como un elemento indispensable. El informe estima que un flujo neto de 385.000 inmigrantes anuales entre 2024 y 2050 reduciría el gasto en 0,3 puntos del PIB, cifra superior a la prevista por la Airef (275.000).
“Es como una silla: todas las patas son necesarias. Ni la natalidad ni la inmigración, por sí solas, pueden revertir la transformación demográfica. La economía debe adaptarse a esta nueva realidad”, concluye García-Arenas.
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