El negocio invisible de la fertilidad: cómo España lidera la industria del deseo de ser padres

La reproducción asistida mueve ya casi mil millones al año y se consolida como un mercado estratégico, mientras voces médicas y naturales reclaman una mirada más humana al origen de la vida.

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La Fe, el IIS La Fe y el IVI investigan un biomaterial para fertilidad a partir de tejido ovárico descelularizado REMITIDA / HANDOUT por GVA

 

En apenas una década, España ha pasado de ser un país con baja natalidad a convertirse en epicentro europeo de la reproducción asistida. Clínicas privadas, fondos de inversión, laboratorios y centros especializados forman hoy una red que factura cientos de millones cada año. La fertilidad —tradicionalmente ligada al cuerpo y la intimidad— se ha transformado en un sector económico en expansión, con su propia lógica de mercado, competencia y márgenes de rentabilidad.

En el centro de ese fenómeno, miles de parejas, mujeres solas y personas que deciden aplazar la maternidad buscan en la medicina lo que la biología les complica. Y, frente a la creciente medicalización del proceso, surgen voces que piden recuperar una noción olvidada: que la fertilidad también es salud.

 

Un país a la vanguardia del negocio de la vida

En 2024, los centros privados de reproducción asistida en España alcanzaron una facturación conjunta de 645 millones de euros, un 5,2 % más que el año anterior, según el Observatorio Sectorial DBK de Informa D&B. Si se suma la actividad de hospitales públicos y clínicas mixtas, el valor total de los tratamientos ronda los 900 millones de euros anuales.

La Sociedad Española de Fertilidad (SEF) estima que uno de cada diez nacimientos en España procede ya de la reproducción asistida, un dato que posiciona al país a la cabeza de Europa en número de tratamientos. Solo en marzo de 2025, operaban 292 centros especializados, concentrados principalmente en Cataluña, Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana.

Los motivos de este liderazgo son múltiples: una legislación favorable, el prestigio médico, la calidad de las clínicas y un turismo reproductivo en alza. La SEF y el Ministerio de Sanidad coinciden en que España se ha convertido en referente global del sector, tanto por su marco legal —uno de los más flexibles del continente— como por la excelencia de sus profesionales.

 

La rentabilidad de un modelo sanitario

Más del 70 % de la actividad se concentra en clínicas privadas. La sanidad pública cubre una parte limitada de los tratamientos, y muchas parejas recurren a centros privados ante los largos tiempos de espera o la edad límite de acceso a la cobertura estatal.
El resultado: un negocio con proyección y atractivo para el capital extranjero. Fondos de inversión y grupos biomédicos internacionales han entrado con fuerza en el mercado español, adquiriendo clínicas o participaciones en grandes cadenas del sector.

“Tras la superación de la pandemia de la Covid-19, la demanda de servicios de reproducción asistida ha experimentado un fuerte impulso, aunque se aprecia una tendencia a la estabilización del número de ciclos”, señala el informe de Informa D&B. En otras palabras, el sector ha madurado: no crece en volumen, pero sí en ingresos y concentración empresarial.

El profesor Agustín Ballesteros, director de IVI Barcelona, advierte que “lo que falta en España son políticas sociales que fomenten la maternidad a edades más adecuadas”, y no tanto más tecnología. La edad media del primer hijo supera los 31 años, lo que aumenta la dependencia de las técnicas asistidas y, con ello, la demanda.

 

Tecnología, inteligencia artificial y nuevas terapias

El avance científico es imparable. En el International IVIRMA Congress, celebrado en Barcelona, más de 1.400 especialistas analizaron los últimos progresos en embriología, genética y reproducción.
El catedrático Juan Antonio García-Velasco, director científico de IVIRMA, subrayó que “la maternidad cada vez más tardía ha dado lugar a un reto sociodemográfico preocupante, en el que la reproducción asistida tendrá un papel crucial”.

Las nuevas herramientas de inteligencia artificial ya permiten seleccionar con mayor precisión espermatozoides y óvulos, reducir los tiempos de laboratorio y aumentar las tasas de éxito. Según García-Velasco, “estamos hablando de reducir en un 7 % el tiempo en reproducción asistida, aumentar en un 5 % la tasa de embarazo y mejorar la selección de los gametos”.

La biotecnología promete eficacia, pero también profundiza la sensación de que el nacimiento se ha trasladado del cuerpo a la máquina.

 

Cuando la fertilidad se convierte en un espejo de salud

En el extremo opuesto del espectro clínico se sitúa Virginia Ruipérez, enfermera y especialista en fertilidad natural, con más de veinte años de experiencia. Su método, basado en una preparación integral de 90 días antes de la concepción, se presentará en BioCultura Madrid 2025 y ha mostrado —según un estudio propio de 2021— más del 70 % de éxito en embarazos.

Su propuesta no se opone a la ciencia, pero la complementa: “La fertilidad no se induce, se cultiva. Nuestro cuerpo ha sido fértil durante miles de años; solo necesita volver a ser escuchado”, afirma.

El programa de Ruipérez aborda la alimentación, el descanso, el manejo del estrés y la reducción de tóxicos ambientales. Además, subraya que “el 50 % de los casos de infertilidad tiene un componente masculino”, y que la preparación debe involucrar a ambos progenitores.

El enfoque pone el énfasis en restaurar la salud global antes de iniciar un tratamiento médico. Las parejas que lo siguen reportan mejoras en energía, sueño y conexión emocional, además de un mejor estado físico para concebir.

 

El peso psicológico y social del deseo de ser padres

El Instituto Bernabeu observa cada enero un aumento del 30 % en la demanda de tratamientos. Su directora médica, Andrea Bernabeu, explica que “el inicio del año motiva a muchas personas a encarar como prioridad su proyecto reproductivo”.

Los factores psicológicos son determinantes. Desde el Departamento de Psicología de la misma clínica señalan que “cuando finaliza un año, es habitual hacer balance de lo conseguido y lo pendiente; tener un hijo suele estar entre esos propósitos, y el nuevo ciclo impulsa la decisión”.

Pero detrás de esa ilusión se esconde también una carga emocional y financiera considerable. Según el profesor Pluvio Coronado, académico de la Real Academia Nacional de Medicina, “la infertilidad puede generar insomnio, ansiedad y depresión en hasta un 54 % de las mujeres, además de un impacto económico y físico derivado de los tratamientos hormonales”.

El coste de las técnicas de fecundación in vitro oscila entre 3.000 y 7.000 euros por ciclo, y muchos casos requieren varios intentos. A pesar de ello, la tasa acumulada de éxito ronda el 75 % tras cinco ciclos, según datos de la SEF.

 

El auge de un mercado con rostro humano

El Informe Especial sobre Centros de Reproducción Asistida de DBK apunta que los cinco mayores operadores del sector acaparan ya más del 50 % del volumen total de negocio, una concentración que recuerda a otros ámbitos de la sanidad privada.

Los analistas esperan que el crecimiento se mantenga moderado en los próximos años, impulsado por la demanda internacional y la expansión de grupos empresariales. España, junto con Dinamarca y la República Checa, se ha convertido en uno de los destinos preferidos del turismo reproductivo europeo.

La reproducción asistida es hoy una industria madura, tecnológicamente avanzada y rentable. Pero en su base continúa un elemento profundamente humano: el deseo de ser padres.

 

Entre la biotecnología y la biología

El debate de fondo no enfrenta ciencia y naturaleza, sino modelos de salud. Los especialistas en medicina reproductiva celebran los avances que permiten cumplir sueños antes imposibles. Los defensores de la fertilidad natural recuerdan que el cuerpo conserva la memoria de su propio equilibrio.

“Una concepción consciente genera progenitores más sanos física, emocional y mentalmente”, insiste Ruipérez. Para ella, el reto no está en sustituir la medicina, sino en devolver al cuerpo la confianza que ha cedido a la tecnología.

El futuro de la fertilidad en España parece definirse en esa encrucijada: entre laboratorios que perfeccionan la creación de vida y un movimiento que busca que la vida vuelva a florecer, simplemente, desde dentro.

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