Jordi Labanda: la profesión de ilustrador "está casi tocada de muerte por la IA"

"Formé parte de un movimiento que enseñó a la gente a tener una vida más estilosa"

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El ilustrador y diseñador Jordi Labanda, en una entrevista de Europa Press.
El ilustrador y diseñador Jordi Labanda, en una entrevista de Europa Press.

 

En un mundo saturado de filtros, feeds y algoritmos, Jordi Labanda —el artista que convirtió la sofisticación en trazo y el hedonismo en forma de vida— lanza un mensaje claro, sereno y demoledor: “Mi profesión está casi tocada de muerte por la Inteligencia Artificial”. Lo dice sin dramatismo, pero con la precisión elegante que caracteriza su obra. La suya no es una queja cualquiera. Es una advertencia con estilo.

En una reciente entrevista con Europa Press, Labanda, icono de la ilustración de moda, alerta sobre el impacto irreversible que la IA está provocando en su campo: “Creo que va a ser una de las primeras profesiones en desaparecer porque es realmente fácil y exitoso pedirle algo a la IA y que te lo haga bien”. Lo dice con una mezcla de asombro y pesimismo, reconociendo que la velocidad del cambio ha sido fulminante: “Ha sido como un invitado sorpresa que nadie esperaba, y en cuestión de un año nos hemos quedado todos con la boca abierta”.

Elegancia, pesimismo y resistencia creativa

Labanda no dramatiza, pero tampoco endulza. Afirma que en dos años —“cinco si queremos ser optimistas”— ya veremos ilustraciones generadas por IA que competirán sin rubor con las humanas. El problema, para él, no es solo técnico, sino económico y simbólico: la IA elimina intermediarios. Y los ilustradores, como él mismo describe, son precisamente eso: “un puente entre el empresario y el público”.

“Va a desaparecer esta profesión, tristemente”, sentencia. Y lo más duro para él no es la pérdida personal, sino el impacto generacional: “Me da mucha pena la gente joven que está empezando o que quiere empezar a dedicarse a la ilustración. Es como una especie en vía de extinción”.

El trazo de una era: glamour, color y alegría

A pesar del tono grave de sus palabras, el universo estético de Labanda sigue celebrando la vida con cada línea. Sus personajes —figuras ultrafemeninas, sofisticadas, despreocupadas y vestidas con impecable gusto— no viven en la distopía, sino en un eterno presente lleno de posibilidades. “Creo que ya hay bastante dolor en el mundo y bastante oscuridad. Yo quiero enviar un mensaje positivo y optimista”, afirma.

Formó parte de una generación que enseñó a vivir con estilo. Literalmente. Desde las páginas de Vogue hasta las carpetas escolares de Miquelrius que marcaron a toda una generación de adolescentes, su estilo hedonista se volvió mainstream sin perder ni una pizca de autenticidad. “Yo trabajo el hedonismo. Me gusta moverme en el disfrute de la vida, en sacar el máximo partido a una experiencia. Mis personajes son animales muy sofisticados”.

Moda como lenguaje, estilo como identidad

En su trabajo, la moda no es ornamento: es discurso visual. Labanda reivindica la semiótica de la vestimenta —ese arte de comunicarse sin palabras— como una parte esencial de su narrativa visual. “Vestirse es lanzar un mensaje al mundo, no para bien ni para mal, sino para subrayarse a uno mismo”.

Sus colaboraciones con firmas como Louis Vuitton o The New York Times no solo le consolidaron internacionalmente, sino que definieron un estilo reconocible a kilómetros de distancia. En su trazo hay memoria cultural, referencias de los años 90 y 2000, y una estética que sigue influyendo en generaciones enteras.

Del papel a la vela y la Fórmula 1

Más allá de las pasarelas de papel, Labanda ha sabido trasladar su universo a otros formatos. Fue el autor del cartel oficial de la Copa América de Vela 2024 en Barcelona, y recientemente presentó el del Gran Premio de España de Fórmula 1 para 2025. Muy pronto lanzará también una campaña de concienciación junto al Hospital Clínic de Barcelona y un libro para colorear.

“Cada día recibo mensajes privados en Instagram de gente que me dice lo importante que todo eso fue para ellos”, comenta emocionado sobre sus años de papelería con Miquelrius. “La verdad es que se me cae la baba cuando me cuentan anécdotas vitales”.

La última ilustración analógica en un mundo digital

Jordi Labanda no necesita gritar. Habla desde la elegancia, con la autoridad tranquila de quien ha dejado huella. En un mundo donde la creatividad parece en peligro, él sigue creyendo en el buen gusto, en el color, en el trazo humano y en la mirada única.

La IA quizás dibuje. Pero no sabrá, como él, lo que significa una línea bien puesta. Y, sobre todo, no sabrá jamás lo que significa tener estilo.

 

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