Montenegro contra todos: Portugal acude a las urnas con un país dividido, harto y sin salida fácil
La corrupción, la crisis de la vivienda y la sanidad protagonizan una campaña bajo una profunda fatiga institucional. Rebelo de Sousa advierte: no habrá nuevas elecciones en un año, aunque el bloqueo continúe
Portugal acude este domingo a sus terceras elecciones legislativas en tan solo tres años, atrapado en un ciclo de inestabilidad política que amenaza con prolongarse. Con una ciudadanía cada vez más desconfiada y partidos fragmentados, el país se enfrenta al riesgo real de una nueva legislatura sin mayorías claras, en un contexto europeo de creciente presión ante la deriva populista.
La convocatoria anticipada de estos comicios fue consecuencia directa de una moción de confianza perdida por el actual primer ministro conservador, Luís Montenegro, tras las sospechas de conflicto de intereses por los vínculos de una consultora familiar con empresas contratistas del Estado. Una situación que, aunque legalmente resuelta con la cesión de acciones a familiares, reabrió el debate sobre la transparencia en la gestión pública.
En las encuestas más recientes, la coalición liderada por Montenegro —la Aliança Democràtica (AD)— se mantiene como la fuerza más votada, con cerca del 32% de intención de voto. Una cifra insuficiente para garantizar una mayoría estable, y que, como en las elecciones de 2024, le obligaría a depender de abstenciones o pactos inciertos.
El ultraderechista Chega, encabezado por André Ventura —quien se ha visto forzado a abandonar anticipadamente la campaña por motivos de salud—, sigue consolidado como tercera fuerza, aunque Montenegro insiste en rechazar cualquier alianza con ellos, incluso si eso le impide formar gobierno. Una eventual salida pasaría por un pacto con Iniciativa Liberal, pero el escenario continúa siendo incierto.
Ante la posibilidad de un nuevo bloqueo, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa ha instado a los ciudadanos a votar por la estabilidad no solo de Portugal, sino también de Europa. El jefe del Estado ha recordado que no será posible disolver la Asamblea en los próximos doce meses, lo que impide convocar nuevas elecciones durante ese periodo.
Un país cansado de votar y de no avanzar
La convocatoria electoral ha sido interpretada por muchos como una jugada arriesgada y poco deseada. Ni los socialistas —tras su derrota en marzo de 2024— ni Chega, que podría ver reducido su apoyo por el voto útil hacia la derecha tradicional, querían volver a las urnas.
En el trasfondo de esta contienda electoral se sitúan los grandes problemas estructurales del país: la crisis de la vivienda, la sanidad colapsada y la desconfianza ciudadana hacia la clase política. Montenegro ha prometido rebajas fiscales, un sistema sanitario más eficaz y un endurecimiento de las políticas migratorias, en un claro guiño al electorado más conservador.
Del otro lado, el socialista Pedro Nuno Santos ha intentado proyectarse como la alternativa moderada y responsable, reforzando su perfil tras la gestión criticada por el apagón nacional de abril. Sus propuestas pasan por reforzar la sanidad pública —incluyendo odontología y salud mental—, impulsar el empleo joven con beneficios fiscales y construir más vivienda para frenar la burbuja del alquiler.
Aun así, los socialistas se mantienen en torno al 26-28% de intención de voto, lejos de los niveles que permitirían liderar con firmeza una alternativa progresista. Las fuerzas de izquierda a su alrededor siguen estancadas, y el centro político portugués parece incapaz de generar una mayoría coherente sin renuncias ideológicas.
Europa observa con preocupación
En medio de un clima internacional marcado por la polarización y la inestabilidad geopolítica, el desenlace de estas elecciones portuguesas es seguido de cerca por Bruselas. Portugal, que desde 2016 ha disfrutado de una relativa estabilidad económica —con crecimientos del 2% anual del PIB—, se enfrenta ahora a una encrucijada institucional donde la gobernabilidad es tan incierta como urgente.
La jornada electoral de este domingo no solo determinará quién gobierna Portugal, sino si el país puede salir del bucle de crisis políticas consecutivas. Con una ciudadanía fatigada y una clase política dividida, el resultado puede marcar un punto de inflexión no solo nacional, sino también en el equilibrio político de la Europa del suroeste.
Escribe tu comentario