La reducción de la dependencia del gas de Rusia debe estar basada en el análisis del impacto

Nicolás González Casares, eurodiputado y miembro de la Comisión de Industria, Investigación y Energía (ITRE) del Parlamento Europeo, ha realizado esta afirmación en el marco de una jornada organizada por Fundación Naturgy y el Real Instituto Elcano en la que se ha abordado las implicaciones geopolíticas de la transición energética

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Coloquio
Coloquio de Fundación Naturgy y Real Instituto Elcano - Fundación Naturgy

 

Fundación Naturgy y el Real Instituto Elcano (RIE) han organizado la jornada ‘Sendas geopolíticas de la transición energética: Políticas industriales y comerciales en China, UE y EE.UU.’, en la que expertos internacionales han analizado cómo la UE puede alinear sus políticas industriales y comerciales con una descarbonización competitiva, en un contexto de tensiones geopolíticas y transformación tecnológica. 

“Hay que que reducir y eliminar la dependencia energética de Rusia. Pero las medidas que se adopten deben estar basadas en el análisis del impacto de esta decisión y consensuada entre todos los países de la Unión Europea”, ha señalado Nicolás González Casares, eurodiputado y miembro de la Comisión de Industria, Investigación y Energía (ITRE) del Parlamento Europeo, para quien la UE tiene un valor adicional respecto a otros países en un entorno geopolítico tan volátil, que es su estabilidad regulatoria. 

“En 2022, la UE importaba el 40% del gas de Rusia; hoy en día es menos del 19 o 18%, debido a la mayor penetración de energías renovables, la transición, la eficiencia energética, pero también por la diversificación y el trabajo de la Unión Europea para ser menos dependiente de Rusia”, ha apuntado en este sentido.

González Casares ha puesto en valor en el proceso de transición energética el papel indispensable del biometano, ya que su desarrollo permitiría proteger la competitividad de la industria europea de grandes productores mundiales, como China. “La descarbonización de la UE pasa por la electrificación, pero no todo es electrificable”, ha apuntado. 

“La UE está haciendo sus deberes con el interés general de reducir su huella climática, para cumplir con sus compromisos multilaterales y, fundamentalmente, por un interés propio. Por esa lucha que estamos avanzando, sabemos y conocemos que las consecuencias económicas de la dependencia de los hidrocarburos importados nos generarán mayores problemas. Como la solución no es cambiar un proveedor por otro, la única vía europea para ganar autonomía y competitividad es la de reducir la dependencia de combustibles fósiles porque no los tenemos. Tenemos otros de potencial autóctono, como las energías renovables. La oportunidad de liderar la generación renovable es una oportunidad que España no debería dejar pasar”, ha apuntado el eurodiputado.

González Casares ha profundizado en la idea de que la transición energética debe ser justa. “Hay que buscar la aceptación pública de la transición. En este proceso hay muchos ciudadanos que perciben riesgos, por lo que es necesario impulsar políticas de transición justa. Porque, además, en este proceso los más afectados por el cambio climático y por las políticas de transición energética son, precisamente, los que menos tienen”.

El parlamentario europeo ha puesto en valor la competitividad de nuestra forma de vida. “Un europeo vive, de media, entre 7 u 8 años más que un norteamericano. ¿Por qué un europeo vive más? Probablemente porque tenga asegurado un sistema de salud, porque el aire este más limpio, porque cuidamos las aguas, tenemos controles en los alimentos más estrictos… En la UE hemos conseguido otra competitividad, que es la de nuestra forma de vida, que es indispensable defender”. 

Tras la intervención de Nicolás González Casares, Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano, ha moderado un interesante debate con expertos en política energética como Samantha Gross, directora de la Iniciativa de Seguridad Energética y Clima en la Brookings Institution; Pedro Linares, profesor en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-IIT y Director de Economics for Energy; y Jiayi Zhou, investigadora en el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). En este debate, los expertos han abordado las implicaciones del liderazgo chino en tecnologías clave, la evolución de la política industrial estadounidense y las oportunidades de cooperación transatlántica, con el fin de identificar impulsores, barreras e implicaciones estratégicas para la Unión Europea.

En relación con el riesgo para la transición energética de la rivalidad europea con China y EE.UU. en lo que se refiere a las políticas industriales y comerciales, Samantha Gross se ha mostrado preocupada por la polarización política en su país y lo que conlleva para la transición. Además, ha señalado que “hay distintas maneras de abordar la transición energética. Si lo quieres hacer rápido con un coste mínimo, utilizas muchos productos chinos. Me preocupa tener que sopesar lo barato o lo inmediato y que se creen unas cadenas de valor nuevas, que constarán más y demorarán seguramente más el proceso de transición energética”.

Por su parte, Jiayi Zhou ha insistido en la importancia de la dimensión política industrial porque tiene relación con la geoeconomía y la transición verde. “Desde hace más de una década, China ha sido muy estratégica con los sectores que apoya y lo ha hecho con una visión a largo plazo. La visión china en cuanto a los factores de crecimiento va a seguir alineada con la que ha tenido hasta ahora, de tal manera que aumente progresivamente el PIB chino en estos sectores”. Zhou también ha puesto en valor la forma de producir china: “es más que simplemente fabricar productos, es toda una serie de habilidades, de integración vertical de las cadenas de suministro”.

Pedro Linares ha ofrecido su visión desde una perspectiva europea: “no veo que la transición energética se vea amenazada. Es más probablemente una cuestión del ritmo. Sí creo que necesitamos una política industrial porque la manera en la que vemos en Europa la transición es que ya estamos cumpliendo en muchos aspectos. Pero no estamos cumpliendo en mostrar los beneficios de la transición para la ciudadanía”. También se ha referido a la oportunidad para Europa de la fragmentación del mundo: “todos estamos debatiendo sobre cómo este mundo fragmentado va a tener impacto. Pero, desde la perspectiva de la Unión Europea, este mundo fragmentado puede ofrecer ventajas porque, en un mundo cohesionado, es difícil que la UE tenga hueco para ser competitiva. Pero es importante repensar que la clave para prosperar en este mundo fragmentado es estar unido en Europa”.

Linares también se ha referido al Pacto Industrial Limpio: “es algo que necesitamos tener ya porque es necesaria una política industrial justa, pero es complicado alcanzar un acuerdo entre 27 países muy diferentes. “El Pacto Industrial Limpio es una buena idea, pero se va a quedar corto. Tiene ideas estupendas, como la compra limpia, que es algo por lo que llevamos abogando durante años. Tenemos el camino muy claro y este pacto tiene una buena dirección, pero me preocupa de dónde va a venir el dinero”, ha apuntado el profesor en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-IIT.

Samantha Gross ha hecho referencia a la situación en EE.UU. “Cambiarán las administraciones, pero las empresas seguirán haciendo lo que creen que es mejor para el futuro y, en este sentido, considero que Europa está mejor posicionada de lo que está EEUU, porque nosotros tenemos la idea de que estamos en una competencia de poder con China y a lo mejor lo estamos, pero eso no quiere decir que no podamos colaborar en algo, no tenemos que competir en todo”. Para Gross, “la administración Trump quiere rediseñar la fabricación, pero quiere hacerlo con herramientas totalmente distintas. Ellos ven que la manera de hacerlo es excluir productos de otros países y esto no va a salirnos bien. Estamos aislándonos de nuestros socios comerciales”.

Sobre los desafíos para la Unión Europea, Linares ha incidido en que “uno de los grandes desafíos que tenemos es crear la innovación que no hemos sido capaces de crear en las últimas décadas. No estamos consiguiendo esa innovación disruptiva que se necesita, por lo que no es solo un tema de escala sino de cómo vamos a rediseñar la infraestructura de innovación”.

Durante el debate también ha habido tiempo para analizar el papel a futuro del hidrógeno. “Evaluamos periódicamente las perspectivas para el hidrógeno y vemos, cada vez más, que se reduce su peso en la transición energética. Por tanto, la pregunta es si es importante invertir en proyectos de hidrógeno que se van a abandonar, porque no hay quien los implemente”, ha afirmado Linares. Por su parte, Gross ha compartido también esta visión pesimista sobre el hidrógeno: “no me sorprende que se reduzcan sus expectativas. Creo que su consumo será regional”.

En la apertura de la jornada, Charles Powell, director del Real Instituto Elcano, ha señalado los cuatro principales retos a los que se enfrenta la UE: Rusia, convertida en una amenaza existencial; EE.UU., por la amenaza que Trump representa, que debe mantenernos firmes en una política arancelaria defensiva, rechazando sus esfuerzos por interferir entre los estados miembros; China, protegiendo la competitividad de nuestra industria; y la relación con el Sur plural, haciendo un esfuerzo por liderar la reforma del orden liberal internacional para hacerlo más equitativo.

Por su parte, María Eugenia Coronado, directora general de Fundación Naturgy, ha puesto en valor la importancia de esta jornada para ampliar el foco y la perspectiva de análisis en un momento geopolítico que es especialmente complejo, con tensiones crecientes dentro de un sector que también es muy complejo, y que se encuentra inmerso en un proceso de transformación tecnológica con grandes retos y objetivos por cumplir de mucha envergadura.


 

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