EEUU está construyendo una flota de drones para luchar contra China y no ha salido bien

Dos incidentes recientes, captados en vídeo, ponen en evidencia problemas de software y coordinación en los buques autónomos del Pentágono

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Donald Trump; Failed   CANVA
Trump; failed - CANVA

 

Durante una prueba naval estadounidense frente a la costa de California el mes pasado, diseñada para mostrar los mejores barcos no tripulados autónomos del Pentágono, se produjo un accidente inesperado. Una embarcación se detuvo repentinamente y, mientras los funcionarios intentaban solucionar el fallo del software, otro barco no tripulado chocó contra el costado de estribor del primero, saltó por encima de la cubierta y cayó nuevamente al agua. El incidente fue capturado en vídeo y verificado por Reuters.

Estos buques fueron construidos por Saronic y BlackSea Technologies, rivales en tecnología de defensa estadounidense. Según una docena de personas familiarizadas con el programa, este accidente es uno de varios contratiempos recientes en los esfuerzos del Pentágono por crear una flota de buques autónomos.

Semanas antes, durante otra prueba, el capitán de una embarcación de apoyo fue arrojado al agua cuando un dron autónomo aceleró repentinamente, volcando su embarcación. El capitán fue rescatado y rechazó atención médica. Ambos incidentes fueron provocados por una combinación de fallos de software y errores humanos, incluyendo problemas de comunicación entre sistemas a bordo y software externo.

Los líderes militares estadounidenses, observando el impacto de los drones marítimos en la guerra de Ucrania, han destacado la necesidad de enjambres autónomos para contrarrestar posibles amenazas, como un avance chino en el estrecho de Taiwán. Mientras tanto, EE. UU. planea construir una flota de drones marítimos autónomos capaces de operar en enjambres, con costes más elevados que los drones de Ucrania, que funcionan principalmente a control remoto.

Desafíos y organización del programa

Los fallos recientes subrayan los retos de la Armada para implementar estas tecnologías emergentes. Bryan Clark, experto en guerra autónoma del Instituto Hudson, afirma que será necesario adaptar las tácticas a medida que se comprendan mejor las capacidades y limitaciones de los sistemas. Además, la unidad de adquisición de drones marítimos de la Armada ha sido afectada por la destitución de su principal almirante y por cuestionamientos de altos funcionarios del Pentágono sobre la rentabilidad del programa.

Como consecuencia, la Unidad de Innovación de Defensa (DIU) del Pentágono ha pausado indefinidamente un contrato de aproximadamente 20 millones de dólares con L3Harris, proveedora del software autónomo usado en algunas embarcaciones. L3Harris ha declarado: “Respaldamos la seguridad, integridad y capacidad de nuestro producto de comando y control autónomo”.

El auge de los drones marítimos

El Pentágono lanzó en 2023 el programa Replicator, con presupuesto de mil millones de dólares, para adquirir miles de drones aéreos y marítimos junto con el software de control. La Armada ha comprometido al menos 160 millones de dólares a BlackSea, mientras Saronic ha recibido contratos de prototipos por unos 20 millones de dólares.

Jim Kilby, jefe interino de operaciones navales, declaró que estos sistemas “desempeñarán un papel fundamental en el futuro de la guerra naval al ampliar el alcance de la flota, mejorar el conocimiento de la situación y aumentar la eficacia del combate”.

Agitación y cambios internos

Desde el regreso de Donald Trump a la presidencia, el despliegue de enjambres de drones ha sido una prioridad militar. Sin embargo, la Armada ha enfrentado escepticismo bajo la nueva administración. La Oficina Ejecutiva del Programa de Combatientes Pequeños y No Tripulados (PEO USC), clave en la adquisición de estos barcos, ha sido puesta bajo revisión y podría ser reestructurada tras varios contratiempos y la destitución del contralmirante Kevin Smith.

Expertos como TX Hammes señalan a Reuters que la Armada “está en aguas desconocidas, tratando de revisar décadas de tradición a gran velocidad”, enfrentando la necesidad de decisiones rápidas frente a un sistema acostumbrado a procesos prolongados.

Los recientes incidentes subrayan los retos tecnológicos, de gestión y de seguridad que aún enfrenta EE. UU. en su camino hacia la autonomía naval, mientras otros países, como Taiwán, buscan desarrollar sus propias capacidades de drones marítimos.

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