Francia, ingobernable: la moción contra Bayrou anticipa turbulencias políticas y económicas

Ya han caído hasta cinco primeros ministros de Francia en 20 meses

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Con la caída de Bayrou, ya será cinco primeros ministros en 20 meses Foto: Europa Press

 

Francia vive una de sus peores crisis políticas en décadas. El primer ministro François Bayrou se encamina hacia una probable caída el próximo 8 de septiembre, cuando se someterá a una moción de confianza en la Asamblea Nacional. Si fracasa, será el quinto jefe de Gobierno en caer en apenas 20 meses, un dato alarmante que refleja la profunda inestabilidad institucional que atraviesa el país liderado por Macron, que no encuentra la fórmula.

El sistema político francés es semipresidencialista: el presidente de la República, en este caso Emmanuel Macron, tiene amplias competencias en política exterior, defensa y designación del primer ministro. El primer ministro, Bayrou, dirige el gobierno y la política interior, siendo responsable ante la Asamblea Nacional. Sin embargo, el presidente puede disolver la Asamblea y sustituir al jefe de Gobierno, lo que significa que la estabilidad del ejecutivo depende de un delicado equilibrio entre la autoridad presidencial y la capacidad del primer ministro para mantener el apoyo parlamentario.

Pero el riesgo no se limita a la oposición parlamentaria. En el propio gabinete del presidente se perciben grietas profundas. Varias declaraciones de ministros evidencian disidencias, descoordinación y pérdida de confianza en el liderazgo de Bayrou, lo que preocupa al Elíseo y añade incertidumbre al ya frágil panorama político.

Lombard y el FMI: la bomba que sacudió al gobierno

El episodio más incendiario lo protagonizó el ministro de Economía, Éric Lombard, quien advirtió públicamente que Francia podría enfrentarse a una intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) si no se aprueba el plan de ajuste fiscal de Bayrou.

“Es un riesgo que tenemos. Es un riesgo que nos gustaría evitar, y que deberíamos evitar, pero no puedo decirles que no exista”, declaró Lombard en France Inter. Sus palabras provocaron pánico en los mercados, caídas bursátiles y una oleada de críticas. Aunque intentó matizar sus comentarios horas después, el daño ya estaba hecho: la declaración fue interpretada como una admisión de vulnerabilidad extrema, impropia de un ministro en funciones.

Disidencias silenciosas: Trabao y Transición ecológica se desmarcan

Otros miembros del gabinete han optado por distanciarse políticamente del núcleo duro del gobierno. Clément Beaune, ministro de Trabajo, afirmó que “el Estado no puede seguir siendo una máquina de subsidios”, frase que encendió la indignación social y fue utilizada por sindicatos para justificar la protesta nacional del 10 de septiembre. En privado, Beaune ha cuestionado la estrategia de "trabajar a última hora" de Bayrou y lamentado la falta de reformas previas.

Por su parte, Barbara Pompili, ministra de Transición Ecológica, ha reducido su exposición pública y asumido funciones internacionales. En reuniones internas habría advertido que los presupuestos verdes serían los primeros en caer si no hay consenso parlamentario, generando malestar entre ONG y diputados ecologistas.

Bayrou, un líder en solitario

El propio Bayrou ha contribuido a la tensión con su estilo de liderazgo. Su decisión de lanzar la moción sin consultar al gabinete fue vista como maniobra personalista. En su discurso afirmó que los diputados deben elegir entre “el caos o la responsabilidad”, frase que muchos interpretaron como presión emocional más que un intento de consenso.

¿Qué viene ahora?

Si Bayrou cae, Macron tendrá que decidir entre nombrar un nuevo primer ministro o disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas. Ninguna opción garantiza estabilidad, y la combinación de fractura interna, presión social y riesgos económicos sitúa a Francia en una situación de máxima incertidumbre.

El país no solo enfrenta un riesgo político; la economía y la cohesión social también están en juego. La tensión creciente en París y la amenaza de movilizaciones masivas como la del 10 de septiembre recuerdan que Francia podría entrar en un periodo de inestabilidad prolongada, con consecuencias que podrían extenderse a toda Europa.

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