Anna Caballé: "Umbral fue el el escritor con más talento literario en el panorama español contemporáneo”
Reseña de Umbral. El frío de una vida, de Anna Caballé
Según Anna Caballé, profesora de la Universidad de Barcelona y crítica literaria, Francisco Umbral ha sido "el escritor con más talento literario en el panorama español contemporáneo" puesto que "hay muchos libros suyos, pasajes, con una fuerza interior deslumbrante, sin un solo adjetivo tópico o una palabra que sobre". Todo ello lo contextualiza la autora en una peripecia personal y familiar que relata, con extraordinaria documentación e incluso gracias a la relación personal que mantuvo con el interesado, en su ensayo Umbral. El frío de una vida, de Debate.
Nació en 1932 en la Castilla profunda, fruto de una relación extramatrimonial mantenida por su madre, Ana María Pérez Martínez May (su nombre real era, al uso de la época, Francisco Pérez Martínez), le fue ocultada dicha condición de hijo ilegítimo y "creció en la mentira social y biográfica". Encomendada su cría a un ama, tuvo que cargar de niño con el menosprecio de su abuelo y la ignorancia de su papel en la propia familia. Careció, además, de educación convencional, puesto que fue poco tiempo a la escuela, por lo que su formación puede ser considerada autodidacta (su madre, que ejercía como si fuera su tía) le dejaba cada día en la biblioteca municipal cuando ella iba a trabajar de administrativa al Ayuntamiento de Valladolid. "Hay muchas pruebas a lo largo de la vida de Umbral de sus resistencia a apearse de esa profesión de singularidad que él se traza muy tempranamente, haciendo gala de una gran inteligencia teórica y práctica”, de tal modo que “la literatura será el recurso extraño y a la vez familiar que logrará dominar ese infortunio instalando en la escritura un yo que doblega las oscuridades de la privación".
Tras un oscuro aprendizaje laboral como subalterno en cierto banco vallisoletano, inició modestamente su carrera literaria en León como empleado en la emisora local del Movimiento y colaborador de la Sección Femenina, en cuyo Círculo Medina sería objeto de una polémica a causa de la exhibición de la película Orfeo, de Cocteau. Pero fue su posterior traslado a Madrid el giro decisivo que cambiaría su vida. “Al principio escribía los artículos que nadie quería y, a falta de máquina de escribir, utilizaba las de una academia de mecanografía para pasar a limpio sus manuscritos y completaba sus parvos ingresos con la distribución diaria en quioscos la capital de El Norte de Castilla. Pero rápidamente logró colocarse en el Instituto de Cultura Hispánica, empleo que le proporcionó un sueldo estable y la posibilidad de ampliar horizontes. "Umbral se encontró en el epicentro de la cultura franquista y con un dominio del quién es quién en la vida madrileña casi absoluto" aunque "años después intentó distanciarse brutalmente de la cultura franquista como quien no ha tenido nunca nada que ver con ella".
A partir de ahí empezó a conseguir colaboraciones en diversos medios y a presentarse y ganar numerosos premios literarios, incluido el Cervantes y el nacional de las Letras, aunque nunca consiguió alcanzar ni el Alfaguara, ni el Planeta (si bien quedó finalista), ni el codiciado ingreso en la Academia. Caballé manifiesta la admiración que merece su inmensa y asombrosa capacidad de trabajo al extremo de que en 1975 llegó a publicar un libro cada dos meses. Esta prodigalidad invitaría a que algunos de sus mejores amigos le aconsejaran dejar reposar más su obra para que pudiera adquirir mayor consistencia porque”allí donde algunos escritores escriben un libro, él hacía treinta".
En todo caso, se trata de obra muy peculiar. "Umbral rechaza la novela en lo que ésta tiene de construcción superior a la estrictamente estilística, porque su escritura reposa en la analogía, no en la narración… a eso se le ha llamado «novela lírica» y Umbral ha sido el principal defensor de dicha definición respecto de su propia obra"… "su escritura es estática, no dinámica; abundan las descripciones, pero no hay movimiento… sus «novelas» son una sucesión de escenas, permanecen remansadas en torno a una figura o rúbrica temática que suele proporcionarle el título y en torno a la cual se concentra el autor en los primeros capítulos". También resulta evidente cierto carácter prostibulario de su literatura "proyección o reflejo de su concepción de la mujer como objeto sexual". Pero el riesgo más sobresaliente es el fuerte componente autobiográfico, al punto de que "llega un momento que hablar de narcisismo es no decir nada porque la dependencia de la propia imagen es de tal envergadura que invita a una lectura existencia, ontológica, del ser que viviendo en la más cruda intemperie de sí mismo, en un helado no ser, se sobrepone, se representa, se enmascara convirtiéndose en su opuesto, un ser o personaje aparente y amanerado, fácilmente reconocible". Todo ello le llevó a un "egocentrismo acentuado y yo diría que único en su manifestación en el ámbito de las letras hispánicas".
Caballé desliza los rasgos de una personalidad atormentada y afirma que fue frío y astuto, neurótico, hipocondríaco (en lo que se pareció a su propia madre; su terror al frío le hacía rodear su cuerpo bajo la ropa con papel higiénico), su timidez que "parece más bien orgullo", destaca su dandismo y cuidada vestimenta, su voz impostada, así como su oportunismo (tras una larga singladura de prudente apoliticismo durante el franquismo, pretendió con la transición presentarse como rojo y de izquierdas y ejerció de “inquisidor de pasados franquistas” en El País), pero también reconoce su gran tesón y confianza en sí mismo y “sus aspiraciones de amor, dinero y reconocimiento”.
Recuerda su filias (Delibes, Cela…) y fobias (Gironella, Marsé…), así como su tragedia personal (aparte de su origen, la temprana muerta por leucemia de su hijo Pincho), la evolución de sus costumbres (desde la fidelidad matrimonial a su sumisa mujer España a sus posteriores aventuras galantes; de su hábito abstemio -sólo bebía leche o agua- a su afección por el whisky) para finalizar descubriendo sus orígenes familiares (el abogado Alejandro Urrutia Cabezón, del que su madre había sido secretaria).
No ha sido el de Caballé un trabajo fácil puesto que como reconoce "el biógrafo de Umbral corre un grave riesgo que es convertirse en mero amplificador de las interpretaciones que el escritor tiene elaboradas sobre sí mismo". Algo de lo que la profesora ha intentado, y conseguido, distanciarse.
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