La misiones pedagógicas, una iniciativa de la segunda república para llevar la cultura a la España rural

La primera misión que se desplazó a Ayllón y otros pueblos castellanos creó honda expectación entre los lugareños.

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Libros.Las misiones pedagógicas

 

“La segunda república nació con voluntad igualitaria y con el objetivo de conseguir el acceso educativo de todos los ciudadanos a todo tipo de bienes, lo que implicaba el hecho de transformar la estructura socioeconómica del país. Entre dichos bienes ocupaban un lugar destacado la educación y la cultura” dice Alejandro Tiana en su libro “La misiones pedagógicas. Educación popular en la  segunda república” (Catarata).

 

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Agapea

 

Según Tiana la constitución de 1931 introdujo cuatro novedades en el sistema educativo: la atribución al Estado de la responsabilidad en la educación, el modelo de escuela única o unificada que no significaba la estatalización ni la uniformización, la libertad de cátedra y el carácter laico del sistema educativo con la interdicción de la actividad educativa a las órdenes religiosas, punto que ocasionó graves fricciones y problemas con la Iglesia y amplios sectores sociales. Este propósito se plasmó en una reforma en profundidad de la educación primaria y secundaria y, sobre todo, en un ambicioso plan de construcciones que contempló la creación 27.000 nuevas escuelas para atender a 1’7 millones de alumnos no escolarizados mediante un plan quinquenal que preveía 5.000 nuevos centros anuales, menos el primero en que habrían de ser 7.000. Para ello se solicitó un empréstito de 400 millones de pesetas y se programó la forma de preparar los maestros necesarios, inicialmente mediante la organización de cursillos teórico-prácticos y luego con un nuevo plan profesional para la Escuelas Normales.

 

Pero a la vez se organizó el establecimiento de una obra destinada a llevar la cultura a los pueblos y lugares alejados de la España rural. Fueron las misiones pedagógicas, cuya idea tuvo su origen en las ”misiones ambulantes” propuestas en 1881 por Francisco Giner de los Ríos y Manuel B. Cossío y que Joaquín Cista recogió años más tarde, aunque también hubo otras iniciativas surgidas de ámbitos ajenos al institucionalismo. Hubo que esperar a la proclamación de la república para que estos proyectos se convirtieran en realidad merced a un decreto de 29 de mayo de 1931 del ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo. Se creó para ello un Patronato bajo la presidencia de Manuel Bartolomé Cossío, ”primera autoridad pedagógica que hubo en la España del primer tercio del siglo XX”, y cuyos miembros estuvieron muy vinculados al propio Cossío o a la Institución Libre de Enseñanza.

 

La primera misión que se desplazó a Ayllón y otros pueblos castellanos creó honda expectación entre los lugareños. Parece que se llegaron a efectuar alrededor de 1.200 visitas que recibieron diferentes respuestas puesto que al entusiasmo que despertaron en algunos pueblos hubo que sumar también incomprensiones y reticencias en otros. Porque lo cierto es que entre los objetivos de las misiones hubo también uno de carácter político: “ganar el campo para la república” como decía el socialista Rodolfo Llopis.

 

Normalmente cada misión se establecía en una población concreta e irradiaba su acción hacia otras cercanas. A veces se iba incluso a zonas sin suficientes comunicaciones, y a las que había que llegar a pie transportando el equipo a lomos de caballería. Pero “la pieza clase fueron los misioneros”, la mayoría varones y profesionales de la enseñanza, también estudiantes, así como algunas mujeres, que desarrollaban una acción educativa de carácter no escolar con contenido recreativo para despertar el interés por la lectura -se enviaron bibliotecas-, el arte, la música, el cine y el teatro, así como para apoyar la acción de las escuelas rurales. De este modo surgieron el museo circulante, l teatro y coro del pueblo, los cursos para maestros y el “retablo de los fantoches”.

 

Las misiones alcanzaron su madurez en los dos primeros años de la república y se fueron enriqueciendo con algunos cambios organizativos (misiones más largas, actuaciones comarcalizadas, introducción de charlas ilustradas) pero experimentaron algunas dificultades durante los gobiernos de derechas y quedaron desarboladas durante la guerra civil quedando, sin embargo, el recuerdo de su benemérita, aunque episódica, acción.


 

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