Helios Gómez, el pintor gitano que pasó del anarquismo al comunismo y viceversa

Reseña del libro sobre el artista Helios Gómez

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Reconozco humildemente que de la existencia de Helios Gómez no tenía más que una idea muy remota. Hasta que he leído que fue un personaje “impetuoso, idealista, zalamero, proletario, sindicalista, bohemio, revolucionario, seductor, propagandista, imaginativo, ambicioso, optimista, vividor, diseñador gráfico, hombre de partido, artista e ilustrador, comisario político durante la guerra  civil, prófugo, pintor al óleo y varias veces exiliado” según Esther Lázaro Sanz y Francesc Salgado de Dios, a lo que cabría añadir que este gitano trianero poseyó una buena planta y demostró ser ideológicamente voluble puesto que pasó del anarquismo al comunismo para regresar más tarde sus orígenes. 

 

Con tales calificativos, no puede caber duda de que fue un individuo singular cuya peripecia merece la pena recordar, tal como ha hecho Renacimiento que ha publicado “Dos años entre los bolcheviques y otros textos sobre la URSS”, un libro en el que recogen los artículos que publicó en el semanario barcelonés “La Rambla” sobre la segunda visita que realizó este autor a la Unión Soviética para participar en el Congreso Internacional de Artistas Proletarios que se celebró en Leningrado y el tiempo que permaneció en la Unión Soviética entre 1932 y 1934, así como otros documentos, notas y referencias de prensa referidos a él, entre ellos un largo artículo de Sender.

 

“El tono propagandístico del reportaje (publicado en la revista catalana) es innegable” dicen los recopiladores y es bien cierto que Helios da en su obra una imagen de la URSS de carácter descaradamente panegirista tratando de demostrar, con la firmeza del converso que, gracias a la revolución bolchevique, todos los rusos -salvo un rezago de gentes burguesas procedentes del antiguo régimen y que malviven en la miseria-, disfrutaban de abundancia de bienes e  igualdad de oportunidades y ello curiosamente cuando se estaba padeciendo, como se ha sabido después, el cruel “holomodor”, etapa de colectivización forzosa que provocó la muerte por inanición de millones de personas. No escatima elogios al dictador del que dice “Stalin es un hombre sensato, reposado, un conductor frío. Posee una cultura y es hombre de inflexibilidad, de solidez… no es un ídolo, ni siquiera un líder”, palabras que demuestran su parva intuición de la realidad que contemplaba. Asumió además la ficción de que en la URSS existía plena libertad de cultos y que no se perseguía a iglesias y creyentes por su fe, sino sólo cuando contravenían la legislación comunista. Y sólo se permitió una crítica cuando se trata de arte, puesto que, tras haber asistido a una exposición de nuevo arte soviético, no dudó en rechazar con severidad el “realismo socialista” que consideraba una mera adaptación oportunista de viejo arte burgués.

 

El volumen de Renacimiento incluye la reproducción de “Erika, Canto de amor y lucha”, un largo poema en verso libre dedicado a su novia Ira Weber, curiosamente una rusa blanca.

 

Añadamos, como coda final, que Helios Gómez estuvo muy vinculado a Barcelona durante diferentes etapas de su vida: expuso en las Galerías Dalmau, fue uno de los fundadores del PSUC -del que luego sería expulsado- y participó en la ocupación del Hotel Colón de la Plaza de Cataluña al principio de la guerra civil, donde los comunistas catalanes instalaron su sede y, en fin, en la ciudad condal acabó sus días, tras una etapa terminal en la que, además de pasar períodos en la cárcel y entre otras actividades, participó en las tertulias de la peña El Trascacho que dirigía el falangista Carlos Muñoz.

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