El premio Nóbel Le Clézio se pregunta sobre sí mismo en “Identidad nómada”
El famoso escritor recuerda los diversos componentes de su propia identidad personal a la que califica como “híbrida” en una obra menor en la que no faltan algunos deslices historiográficos
Jean-Marie Gustave Le Clézio, más conocido como JMG Le Clézio, es uno de los escritores consagrados como inmortal por la Academia Sueca que le otorgó el premio Nobel en 2008. Nacido en la Costa Azul, es hijo de madre francesa y padre inglés, lo que le confiere la condición de súbdito franco-británico, pero Con un itinerario personal le llevó a enraizarse en Mauricio y más tarde a contraer matrimonio con una saharaui, lo que le ha conferido una personalidad poliédrica Medita sobre ella y refleja sus contradicciones en una obra sin duda menor titulada “Identidad nómada” (Lumen) en la que confiesa: “A mí se me podría aplicar la expresión identidad híbrida, aunque sea una expresión que me suena a motor de coche. Soy un compuesto de varias identidades”. Una situación que le generó paradojas chuscas, como cuando se enfrentó a la obligación de hacer el servicio militar y optar por cumplirlo en Gran Bretaña -que no le aceptó- o Francia, país que estuvo a punto de mandarle a la guerra de Argelia.
Sin renunciar a su origen nizardo -en realidad nació en la Costa Azul bajo Vichy-, Le Clézio dice sentirse siente partícipe del universo africano que liga de alguna manera con el mundo literario. “No viajo para escribir lo que escribo, sino que escribo lo que viajo” afirma, utilizando un juego de palabras que más bien parece un retruécano. Ello le lleva valorar las literaturas contemporáneas, las que se escribieron durante la guerra, las llamadas “comprometidas” y el noveau roman, en algunos de cuyos autores advierte sin embargo contradicciones personales, como en los casos de Sartre o de Camus, teóricamente anticolonialistas pero irremediablemente condicionados por su pertenencia a una potencia colonial. De ahí que opine que la literatura comprometida más consecuente es la producida por los escritores africanos.
Le Clézio, que adjetiva a su mujer como “saharaui” y no como “marroquí”, se enreda sin embargo en una tácita aceptación de la marroquinización del Sáhara Occidental y considera como parte de aquella nacionalidad a la estirpe Arosien, que es la originaria de su pareja. Del mismo modo que Smara no es, pese a su opinión, una ciudad marroquí, sino saharaui, aunque Marruecos lleve medio siglo ocupándola ilegalmente. Y desde luego su connacional Camile Douls no pudo estar en esta población en 1888 por la sencilla razón de todavía no la había fundado el chej Ma el Ainin. Todo lo cual nos lleva a colegir que “Identidad nómada” es, además de breve, un texto algo deslavazado y escrito apresuradamente. Dicho sea con perdón del premio Nobel.
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