“Manual de supervivencia para viajar por España”: mucho más que un guía de viaje
Raquel Piñeiro ha escrito un libro que supera las tradicionales guías de viaje y puede ser una excelente herramienta para viajar por España disfrutando de lo mejor de sus regiones y… sin meter la pata
Una de las consecuencias de la generalización de la comunicación digital es la crisis de determinado tipo de libros. Por lo general, todos aquellos cuya información sufre una obsolescencia tan veloz que el escaso período de vigencia de sus contenidos no justifica el costo de la edición. Nos referimos, por supuesto, a las enciclopedias, anuarios y otros libros de consulta análogos, pero también a toda suerte guías, incluidas las de viaje, un tipo de obra prácticamente desaparecida salvo en los casos de publicaciones puramente publicitarias y de carácter gratuito.
Raquel Piñero ha tenido una idea que merece ser calificada de original: escribir un libro que no es exactamente una guía de viaje, aunque puede ser utilizado con este fin, pero que sobre todo puede leerse como una divertida descripción de nuestro país a través de cada una de sus regiones o comunidades. El resultado es “Manual de supervivencia para viajar por España” (Lonely Planet) del que la autora dice que “es o pretende ser un libro de humor; valga esto de explicación para las numerosas exageraciones, chifladuras y aseveraciones de fantasía que se incluyen en él”. Advierte que “empecé a escribir este libro con miedo de que algún error o frase poco prudente desatase una ola de odio o piras humeantes” y confiesa que “existe otra versión del texto imaginada, pero nunca escrita- algo más salvaje y sin litro, que seguramente podría indignar a algunos”, cosa que no resulta extraña, habida cuenta el escaso sentido del humor… que los españoles gastamos cuando se trata de aplicarlo no sobre los demás, sino sobre mismos.
Raquel ha sido prudente, lo que no quiere decir que haya escatimado el uso de la sal y la pimienta al escribir de cada comunidad autónoma, incluidas las dos ciudades norteafricanas. De ahí que este “Manual de supervivencia para viajar por España”, cuyo texto acompañan divertidas y coloristas ilustraciones de Bea Lozano, sea francamente entretenido y merezca una lectura al margen de que se piense o no viajar a los diferentes puntos geográficos de los que tratan. Hay unos epígrafes comunes sobre cómo orientarse, equipo básico de supervivencia a llevar, “examinar el terreno” (sea, buscar los aspectos más curiosos o destacados) y una amplísima referencia a la gastronomía regional y a las bebidas, particularmente vinos, cervezas y espirituosos (también horchatas, claro)
Particularmente interesante en el epígrafe de “entender los códigos” con el que se invita a penetrar en la idiosincrasia propia” de cada lugar (clichés, estereotipos, convencionalismos sociales, tensiones intermunicipales o intercomunitarias, etc) con la única excepción de La Rioja, donde parece que la autora no ha detectado tópicos reseñables, así como un aviso final sobre aspectos “a evitar” si se desea evitar pendencias y malos entendidos. Con el añadido e un vocabulario específico de términos y expresiones peculiares cuya riqueza es tal que a veces invita a pensar que los españoles aún compartiendo la misma lengua común, no siempre utilizamos el mismo idioma.
Resulta divertido constatar el tradicional cainismo hispano que se expresa en tensiones entre las islas del archipiélago balear o las dos mayores de Canarias, entre Cantabria y Asturias y/o el País Vasco, así como entre ciudades (Mahón-Ciudadela, Santander-Torrelavega, Santoña-Laredo, Elche-Alicante, Mérida-Badajoz y un largo etcétera) Pese a la prudencia desplegada por la autora hay frases que puedan sorprender a más de un autóctono, como cuando explica que en Santander “todavía se ven niños vestidos como en un tebeo de Zipi y Zape, con calcetines hasta las rodillas pantalón corto, niñas con perlas y lazos en el pelo, señoras que bajan en abrigo de visón a por el pan y, en general, cuidado y atención por la apariencia, tanto la propia como la ajena”. O que en Cataluña hay “obsesión por la caca y su presencia normalizada en las tradiciones navideñas”. Pero, en fin, nadie se escandalizará en Chinchón si alguien pide “pelotas de fraile o tetas de monjas” (deliciosa repostería local por lo que parece) o si ahora que hemos entrado en el invierno nos recomiendan en Mallorca que “si tens fred, estreny el culet”.
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